Montaje con los líderes políticos de izquierdas, Pere Aragonès, Pablo Iglesias y Anna Gabriel, con el logotipo de la red social X al lado
POLÍTICA

Twitter no es lo que era: la izquierda pierde el relato en las redes

En las redes sociales, especialmente X —el antiguo Twitter—, la izquierda parece haber pasado, en pocos años, de jugar en casa a hacerlo a domicilio, generando polémica e incluso capándola

A finales de la primera década del actual siglo XXI, se produjo una revolución comunicativa mundial. Fue en aquel momento cuando tuvo lugar el estallido de las redes sociales, aplicaciones que han acabado por revolucionar nuestras vidas. Fue el momento del nacimiento de Facebook y de Twitter —que ahora recibe el nombre de ‘X’—, a las que más tarde se añadieron Instagram o TikTok, entre otras.

Hoy, unos quince años más tarde, nadie duda de la capacidad de influencia de las redes sociales en la generación y difusión de pensamiento. La política no es ajena a las redes, sino todo lo contrario, y partidos y líderes las usan diariamente para declaraciones, contradeclaraciones o inputs varios de campaña. Su presencia es transversal, pero no cabe duda de que, si una red social capitaliza el día a día del combate político, se trata de X.

La red propiedad de Elon Musk protagoniza casi diariamente gran parte del debate político y social en Cataluña. Esto ocurre todavía hoy, si bien las circunstancias son radicalmente distintas a las de hace más de una década. En aquel entonces, Twitter se expandió en nuestro país de la mano de la izquierda.

Pablo Iglesias en un acto electoral de Podemos en Palma este 2023

Twitter, la red social del 15-M

Si un concepto político se unió a Twitter en el momento de su popularización en España fue el movimiento 15-M. Corría el año 2011 y faltaban pocos días para las elecciones municipales de aquel mes de mayo. Multitud de pueblos y ciudades españoles, con Madrid y Barcelona al frente, vivieron acampadas de protesta por parte de miles de personas.

Las protestas, masivas y fruto de la indignación por la honda crisis económica del momento, reclamaban entre otras cuestiones el fin del bipartidismo y una democracia más participativa. Twitter encajaba como anillo al dedo con esa idea. No solamente se habían difundido las manifestaciones por este canal, sino que representaba una vía directa para la comunicación.

La izquierda ‘compró’ enseguida las redes como nuevo medio comunicativo libre de “injerencias del poder”. Twitter era el nuevo paraíso, el terreno donde todos los ciudadanos se igualaban y podían manifestar libremente sus opiniones e intercambiar opiniones directamente con sus representantes políticos. Las redes eran el adalid de la nueva política, del contacto directo con la ciudadanía y de la participación directa en el debate diario.

Sin embargo, el paso del tiempo ha ido degradando lo que las redes, especialmente el actual X, han representado para la izquierda. Sin duda, la aparición de ‘trolls’ y ‘bots’ ha viciado el debate en la red social, pero ello no es óbice para que buena parte de la izquierda haya virado absolutamente su relación con las redes sociales. El auge de las críticas a su discurso ha alimentado que determinados partidos políticos y líderes —tanto en Cataluña como en el resto de España— hayan olvidado aquella idea de Twitter que mantuvieron a principios de la década anterior.

La izquierda pierde el relato

Si bien el contraste de opiniones políticas en Twitter es muy habitual, la oposición a mensajes izquierdistas en la red ha ido ‘in crescendo’ en los últimos años. X no es, ni mucho menos, la panacea progresista que fue en sus inicios, de la mano del movimiento 15-M. Los postulados de los líderes de la izquierda —española y catalana— reciben a menudo sonoras críticas en la red.

Primer plano del presidente de la Generalitat de Catalunya, Pere Aragonès, con rostro serio mientras ofrece una rueda de prensa, en el Palau de la Generalitat, a 23 de enero de 2024, en Barcelona

Un ejemplo muy reciente podemos encontrarlo en el anuncio que realizaba esta misma semana el ‘president’ de la Generalitat. Pere Aragonès explicaba en X que el Govern subirá el IRSC, el umbral económico máximo para acceder a prestaciones sociales en Cataluña:

Una medida de carácter social que, pese a encajar a la perfección con el marco político de la izquierda, generaba una fuerte oleada de reacciones en X. Eran varios los usuarios que atacaron a Aragonès por una medida con la que parecen discrepar profundamente.

Algunas de las respuestas a Aragonès no se hacían esperar. “Es lo que tiene importar tercer mundo, nos empobreces al resto”; “Combatir la pobreza con ayudas… no sé, Rick. Quizás sería mejor trabajos con salarios decentes”; “Pero para la dependencia de tus padres o abuelos, ni un duro, y para la invalidez de tus familiares, tampoco: queremos acoger”, eran algunos de los mensajes.

Se trata solo de un ejemplo de lo que diariamente puede leerse en las respuestas de muchos líderes políticos de izquierdas en Cataluña y el resto de España. El relato de la izquierda parece, pues, haber caído en picado en la que fue su red social por excelencia.

Limitar las respuestas a los mensajes, la criticada estrategia de muchos partidos de izquierdas

Esta pérdida del relato de la izquierda en X es en buena parte reconocida de forma intrínseca por algunas formaciones y líderes políticos. Ante el alud de críticas que recogen en las respuestas a sus mensajes, varios de ellos han optado —bien en el pasado, bien en el presente— por limitar sus respuestas.

Es decir, solo permiten que sus mensajes en Twitter puedan ser contestados por cuentas mencionadas o por usuarios que, a su vez, sean seguidos por ellos. Es una forma efectiva, aunque muy poco sutil, de diluir las numerosas críticas en las redes sociales.

Fue Podemos quien empezó a llevar a cabo esta estrategia, si bien es cierto que recientemente han rectificado y ya no limitan sus respuestas. Sin embargo, en 2022 todavía era algo común:

Hacía años que la formación dirigida por Pablo Iglesias acumulaba críticas en este sentido, tal y como puede leerse en los ‘tweets’ del momento. También contra el entonces líder del partido, que hacía lo mismo en su cuenta particular:

Plano medio corto de Anna Simó mirando al horizonte con dos micros delante

En la política catalana encontramos ejemplos palmarios hoy en día. Dos consejeras del Govern, servidoras públicas que deberían rendir cuentas y permitir la libre opinión de la ciudadanía a la que sirven, usan esta estrategia. Se trata de las titulares de Educación, Anna Simó, y Justicia, Gemma Ubasart:

Pero no son solo algunos líderes de ERC y Podemos limitan las respuestas en sus mensajes de X. También lo hace la CUP, que suele ‘capar’ algunos de sus ‘tweets’. Recientemente lo hicieron incluso con el que anunciaba la absolución de Anna Gabriel:

La limitación de respuestas y el auge de las réplicas a partidos y líderes izquierdistas son, pues, una buena muestra del cambio en Twitter. La red social que se popularizó junto al 15-M es hoy el terreno donde la izquierda ve como su relato se debilita día tras día.

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