Manifestación constitucionalista con una mujer en primer plano con una camiseta rosa y el lema 'Sánchez vete ya'. De fondo, varios manifestantes con banderas españolas y de Tabarnia y una foto de Pedro Sánchez con la nariz alargada y la frase 'alta traición'
POLÍTICA

La izquierda cree que la calle solo puede ser suya

El Gobierno acusa de 'golpista' a Aznar por pedir una movilización civil contra la amnistía

La calle es mía, que decía Manuel Fraga, o un ejemplo más de cómo la izquierda ha regalado el concepto de libertad a la derecha. Movilizarse, manifestarse pacíficamente parece ser solo patrimonio de algunos. O eso debe pensar el Gobierno de España, que ha acusado a Aznar de actitudes golpistas por pedir una movilización "nacional" a la ley de amnistía que persigue Pedro Sánchez.

"Es preciso activar todas esas energías que, en el marco de una contienda democrática, tienen que plantar cara con toda la determinación a un plan que quiere acabar con la Constitución, porque es vista como un obstáculo para materializar el poder de una izquierda irresponsable e insolidaria", rezaba Aznar.

Salir a la calle, pues, para mostrar el desacuerdo con la voluntad del Gobierno es un derecho, estaremos todos de acuerdo, bastante importante. Amnistiar a los líderes del Procés y los que provocaron destrozos tras el 1 de octubre no es moco de pavo. Significa que España los perdona y en cierto modo les da la razón. 

Plano general de una manifestación constitucionalista en Barcelona. Varios manifestantes sujetan una bandera española gigante mientras lucen camisetas con el logo de Ciudadanos de un corazón formado por las banderas de Cataluña, España y Europa

Manifestarse en contra de esta voluntad es lícito y para muchos un deber. No entraremos a valorar si Feijóo y el Partido Popular hacen bien en promover una manifestación tres días antes de su investidura. Probablemente es un nuevo error del líder PP, que cada día que pasa tiene más cara de Pablo Casado. Pero realmente esto no es lo importante ahora. 

Lo que preocupa es que el concepto de libertad haya desaparecido por completo en la izquierda y los nacionalismos. El Gobierno de la nación tildó a Aznar de "antidemocrático" y "golpista", cuando el expresidente puso énfasis en "el marco de una contienda democrática". Los mismos que rodearon el Congreso y el Parlament de Catalunya, que se manifestaron en vísperas de unas Generales, que han aupado huelgas generales, tildan de "incompatible con los valores democráticos" a Aznar.

La izquierda y la calle

El problema real y de fondo es que la izquierda y el nacionalismo creen realmente que solo ellos pueden salir a manifestarse. Ellos son el pueblo, hablan en nombre de él, aunque las clases populares ya ni les votan.

"Els carrers serán sempre nostres", gritaba el independentismo catalán en 2017 y se lo han llegado a creer. Cualquier movilización de la derecha es catalogada de fascista, antidemocrática o golpista. Le ponía nombre este mismo miércoles el propio Aznar: "Son reacciones autocráticas, propias de una autocracia, que considera que todo aquel que no está de acuerdo con el que está en el Gobierno es antiespañol, fascista o golpista".

La calle es suya, la libertad es suya y los carnets de demócrata y buen ciudadano los reparten ellos. Aun cuando la izquierda más radical -léase Podemos y ahora Sumar- se ha convertido en sistema, en parte del stablishment. Y es incapaz de asumir que es ético y democrático manifestarse contra ellos si alguien lo cree necesario.

Durante mucho tiempo la derecha ha perdido la batalla de las ideas, de determinados conceptos. Ayuso recuperó el de libertad en plena pandemia y sería bueno que ahora la derecha luche -democráticamente, que no se nos tilde de golpista- para recuperar la calle. Por suerte, no es de ellos. Aunque lo den por sentado.

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