El Govern, en caos: todos los incendios que Aragonès tiene sobre la mesa
El ejecutivo catalán encara el tramo final de la legislatura con varios asuntos calientes que debe afrontar con urgencia
Un incendio tras otro. Esta es la tónica general que marca el compás del Govern en los últimos meses, con un Pere Aragonès al frente al que la legislatura se le está haciendo larga. El ejecutivo catalán, en marcha desde mayo de 2021 pero con ERC en solitario desde octubre de 2022, afronta este nuevo año el tramo final de su recorrido.
El mandato del Govern expira, a mucho tardar, en febrero de 2025, el límite legal de la legislatura. Pese a ello, no tan solo nada garantiza su agotamiento, sino que las carpetas ‘calientes’ que Aragonès y los suyos tienen sobre la mesa no invitan al optimismo. El fantasma de unas elecciones anticipadas —un avance a otoño gana cada vez más enteros— deambula por la plaza de Sant Jaume desde hace meses, pero el contexto político ha subrayado recientemente su presencia.
Los incendios que tiene frente a sí el Govern son múltiples y parecen, por ahora, irrefrenables. En un tramo final de legislatura donde la oposición marca perfil y encarece los acuerdos, su resolución se antoja más compleja todavía, si cabe. ¿A qué embrollos se enfrenta Pere Aragonès en el último año de su presidencia? Echemos un vistazo a los principales problemas que el Govern tiene sobre la mesa.
La Sanidad colapsada y los profesionales, en huelga
2024 ha arrancado con un colapso de la sanidad pública en Cataluña por el repunte de virus respiratorios. Pese a que se trata de una situación común en esta época del año, el sistema sanitario de la región sufre importantes tensiones, tal y como denuncian los sindicatos. CSIF alertaba esta misma semana de que, aunque el aumento de la incidencia por virus ha aumentado muy significativamente, la “deficiente gestión” de la sanidad pública catalana agrava la situación.
“La falta de previsión y responsabilidad de los responsables de la sanidad catalana queda en evidencia: largas horas de espera para ser atendidos, colapso de urgencias, falta de pediatras, etc.”, explicaba el sindicato. A su vez, la organización denunciaba que Salut redujo en diciembre la atención pediátrica en 300 CAPs por falta de profesionales. “Ocurre cada año, y a pesar de venir avisando y pidiendo un plan preventivo desde hace semanas”, asegura el CSIF.
A ello hay que añadir el conflicto laboral abierto en el seno de la Sanidad catalana. Ya en diciembre, el colectivo de enfermeras inició una oleada de protestas, que ha desembocado ahora en una huelga indefinida. A ella se han sumado esta misma semana los técnicos sanitarios.
Todos ellos reclaman mejoras laborales y salariales ante el nuevo convenio firmado entre el Institut Català de la Salut (ICS) y los sindicatos mayoritarios. Creen que el acuerdo es absolutamente insuficiente y colma un vaso ya lleno de hartazgo tras años de recortes. La tensión entre los profesionales sanitarios y el Govern se encuentra, pues, al límite.
PISA, la gota que ha colmado el vaso de la crisis educativa
Si el ámbito sanitario acumula una polémica tras otra, tampoco queda atrás el otro gran campo competencial de la Generalitat. Se trata de la Educación, cuyos resultados se han situado en las últimas semanas en el foco de la actualidad. Lo hicieron tras la publicación, a principios de diciembre, de los datos del informe PISA, del cual la enseñanza en Cataluña salía muy mal parada.
La conclusión general era clara: Cataluña obtenía sus peores datos históricos y un retroceso equivalente a un curso entero respecto a los registros anteriores. Valores como la competencia matemática o la comprensión lectora caían con mucha contundencia y encendían todas las alarmas. Pese a ello, más de un mes después, la aplicación de soluciones se ha quedado en meras palabras de la ‘consellera’ del ramo, Anna Simó.
Pese a la aparentemente grave situación, Simó descartó medidas a corto plazo. Esta semana se ha constituido la mesa de expertos que deberán proponer, en dos meses, soluciones a la situación. Con estos plazos, parece que las posibles medidas reactivas carecerán de la urgencia necesaria, lo que antoja que el problema permanecerá sobre la mesa y bajo el foco informativo, de forma creciente, a lo largo de este tramo final de legislatura.
La inseguridad en las calles y en las prisiones, otra ‘patata caliente’
Otra de las grandes ‘patatas calientes’ del Govern es la inseguridad palpable en las calles de multitud de barrios y municipios de Cataluña. Pese a los esfuerzos del ‘conseller’ Joan Ignasi Elena en echar balones fuera, los números saltan a la vista. Aunque todavía no hay datos definitivos de 2023 —falta cerrar los del último tramo del año—, los números de los tres primeros trimestres reflejan una situación muy preocupante.
Los datos del Balance de Criminalidad del Ministerio del Interior (enero-septiembre 2023) confirman un aumento de los delitos de un 6,5% respecto a hace un año. Aún es más claro el repunte si lo comparamos con 2021: el incremento hasta 2023 es del 33,66%. Homicidios, robos con violencia y agresiones sexuales con penetración son tres de los hechos punitivos que crecen de forma preocupante.
La inquietud por la inseguridad se percibe en las calles de Cataluña y, al Govern, el embrollo le crece por momentos. Y no solo en las calles se percibe esta inseguridad: también en el ámbito de las prisiones, que competen directamente a la Generalitat. Las agresiones a trabajadores en los centros penitenciarios han ido en aumento, y ya son más de 1.200 los profesionales agredidos, lo que supone una sorprendente ratio de tres agresiones diarias.
Por si los problemas para Joan Ignasi Elena fueran pocos, a finales de semana salía a la luz uno más: el malestar de los Bomberos de la Generalitat por la falta de equipos de protección. Los problemas, pues, desbordan la consejería. Interior y Justicia tienen frente a sí, pues, uno de los mayores incendios a los que debe enfrentarse el Govern en el último año de legislatura.
La sequía y las posibles restricciones, otro gran reto del Govern
Es evidente que el ‘(non) piove, porco governo’ no puede constituir un argumento contra el ejecutivo de Aragonès. En cambio, sí lo puede ser la gestión de la sequía que acecha a Cataluña desde hace muchos meses. La falta de precipitación, ya muy grave en determinadas zonas del país, condicionará las decisiones del Govern este año, máxime con la llegada del turismo en la temporada de verano.
En las próximas semanas podrían anunciarse nuevas medidas para combatir la situación de sequía. Si no cesa, el problema se trasladará al ámbito turístico, con presumibles restricciones a acciones como llenar piscinas, lo que podría afectar, además de particulares, a establecimientos hoteleros. Una eventual crisis turística podría ser, pues, la primera consecuencia de las restricciones de un departamento de Acción Climática que se prepara para un 2024 que se prevé de alta tensión.
El uso del catalán, en declive
A todos estos incendios hay que sumarle otro en el ámbito lingüístico. El uso del catalán continúa en declive según los últimos datos y el Govern, lejos de aportar un plan dirigido a solventarlo, parece inactivo por lo que a política lingüística se refiere. Los últimos datos se suman a los ya existentes desde hace años, y apuntan a la pérdida del catalán como lengua de uso entre los jóvenes.
Según la última Encuesta a la Juventud de Cataluña, solo el 25% de los jóvenes tiene el catalán como lengua de uso principal. La cifra es 18 puntos inferior a hace quince años; mientras que el uso del castellano sí logra consolidarse e incrementar ligeramente. La política lingüística es uno de los talones de Aquiles que desgasta a ERC desde la vertiente más nacionalista del electorado.
Con las elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina, la formación republicana tiene en la lengua otro de sus incendios principales.
Todo pendiente de un presupuesto que ya va tarde
Todo ello son ‘patatas calientes’ a las que se antepone la herramienta más básica para poder hacerles frente. Se trata del presupuesto de la Generalitat, cuya negociación parece haberse estancado tras las vacaciones de Navidad. Aunque ERC trabaja para recabar apoyos y poder aprobarlos durante el primer trimestre del año, el reloj corre.
En Comú Podem y especialmente el PSC, socios prioritarios de los republicanos, se encuentran todavía lejos de un eventual apoyo al Govern. La no-aprobación de las cuentas, que podría suponer un adelanto electoral, es una posibilidad que solo se desvanecerá con el acuerdo tripartito, constatada la lejanía de posiciones con Junts o la CUP.
Los incendios del Govern y su fragilidad, precisamente por la demora presupuestaria, son los dos ingredientes principales con los que arranca el último año de legislatura. ¿Logrará Aragonès salir airoso de este tramo final de mandato o, tal y como parece, el Govern hará aguas antes de lo previsto? Será el tiempo quien quite y dé razones…
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