Plano americano de un pescador con chubasquero rojo cogiendo una caja azul llena de peces encima de su barca azul
POLÍTICA

El grito de alarma de los pescadores en Cataluña: 'El futuro es muy oscuro'

Entrevista al pescador Antonio Amores, que nos relata el drama que vive el sector por culpa de Europa, la burocracia, la Generalitat, las sanciones y las presiones de los ecologistas

En las últimas semanas se ha hablado mucho del sector primario, sobre todo ganadores y agricultores. Pero, ¿qué pasa con los pescadores? La situación en Tarragona, igual que en el resto de Cataluña, es especialmente alarmante.

Para conocer de primera mano cómo está el sector, hablamos con Antonio Amores, propietario de la barca Ivaraxa. Él está jubilado, pero el negocio ahora lo siguen sus dos hijos y su sobrino. Ellos se dedican a la pesca por arrastre, pescando básicamente pez azul, gamba blanca y cigala.

La situación de la pesca en Tarragona es muy preocupante. Y el futuro "es muy oscuro", nos confiesa Antonio. La ofensiva de la Unión Europea está dejando el sector en una situación límite. Y todo, por culpa de "políticas hechas des de un despacho".

El falso ecologismo que mata a nuestra pesca

La excusa del ecologismo, que es la que se utiliza para aplicar cada vez más restricciones al sector, no convence a Antonio. "Estos ecologistas, por muchos estudios que tengan, no conocen el mar, nosotros sí".

"Estas políticas para preservar el mar empezaron en el año 2000. En 23 años el mediterráneo no ha mejorado en nada, no se recupera", recuerda. Y deja claro que la situación delicada del mar no es culpa del "sobreesfuerzo pesquero, pero el más débil, en este caso nosotros, tenemos que pagar los platos rotos".

#004 ENTREVISTA | (Subt. esp) Antonio Amores, pescador jubilat de Tarragona'

Las instituciones europeas ha ido recortando jornadas de pesca, sobre todo para los que se dedican al arrastre. Este 2024, barcas como las de Antonio tienen la obligación de parar algo más de tres meses. Y para 2025 se prevé que solamente puedan salir un 60% de los días del año.

Cuando hay esta veda, los trabajadores van al paro, cobrando menos de lo que cobrarían si trabajaran. Sin embargo, los armadores, patrones y propietarios, no tienen esta opción y tienen que esperar a que lleguen las ayudas de Europa.

Y aquí empieza otro calvario: burocracia e inspecciones que provocan que estas ayudas puedan tardar meses o años en llegar. Si es que llegan, claro. Porque están sujetos a unas exigencias que, si no cumplen, son sancionados de forma feroz. "Tienen mucho afán recaudatorio, estamos sitiados", se lamenta Antonio.

Nos pone un ejemplo de ello. "Si el hilo que compone la malla no llega a un grosor determinado, lo consideran pesca ilegal. Por un milímetro, te requisan las pesca de todo el día y te abren un expediente sancionador que, como es una falta grave, es de mínimo 3.000 euros. Y llevo pagados 14.000 euros en sanciones", se queja.

Pero es que, además, esto no es todo. "Encima te retiran lo que tienes que cobrar por la veda. Son 20.000 euros que no veremos nunca". Una cantidad de dinero que se le tiene que sumar a la sanción como tal. "De alguna forma nos están diciendo que lo dejemos", dice resignado. Y mientras en Europa cada vez hay más restricciones, "entra y sale pescado sin condiciones aceptables" de países de fuera, como es el caso de África.

También se sienten desprotegidos por el gobierno de España y por la Generalitat. Antonio es militante de Esquerra y confiesa estar harto. "A veces me vienen ganas de romper el carné delante de ellos. Dan mucho que desear. El Govern se llena mucho la boca y después nada".

Respecto a las palabras recientes de los responsables políticos catalanes, como Pere Aragonès o el conseller David Mascort, Antonio lo tiene claro. "No se merecen ninguna confianza". Y también nos habla del próximo cambio de nombre que sufrirá la consejería de Acción Climática, que incluirá, como hace unos años, los conceptos 'agricultura, ganadería y pesca'. "Es como si a un perro le cambiamos el collar: el perro seguirá siendo el mismo". 

Terminamos la conversación con Antonio mirando al futuro. Un futuro poco esperanzador. "Cada vez nos obligan a trabajar menos días. Con seis meses de trabajo, ¿cómo se puede mantener una empresa?", nos cuenta. Y esta es la realidad que viven ahora mismo sus hijos y su sobrino: "Están desmoralizados. Tienen 35-37 años y están buscando alternativas para ver dónde pueden ir". En otras palabras, nos relata la inminente muerte de la pesca en Cataluña.

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