Francia prohíbe la túnica musulmana en las escuelas
El país galo sigue a la vanguardia de estas medidas
El ministro de Educación francés, Gabriel Attal, ha dado la orden de prohibir el uso de la abaya o túnica musulmana en los colegios públicos. El gobierno galo toma esta decisión para proteger la laicidad de las escuelas frente al “desafío” islámico. La medida ha sido puesta en cuestión por asociaciones musulmanas.
Attal afirma que llevar esta prenda de ropa es “un gesto religioso que busca poner a prueba la resistencia de la República en el santuario laico que debe ser la escuela”. Pero el Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM) asegura que la abaya, a diferencia del velo islámico, no tiene un significado religioso. El caso ha generado una gran polémica que no ha evitado la decisión final de las autoridades.
Francia fue pionera en la prohibición del velo islámico. Según la ley de 2004, “en las escuelas, colegios y liceos públicos está prohibido el uso de signos o prensas mediante los cuales los alumnos manifiesten ostensiblemente una afiliación religiosa”. Esto incluye “el velo islámico, la kippa o una cruz”, y ahora también la abaya.
No a la túnica en las escuelas
El gobierno francés declaró hace meses la guerra a prendas de ropa como la abaya, una túnica musulmana que cubre todo el cuerpo de la mujer. El nuevo ministro Attal, que tomó las riendas del departamento este verano, se propuso ser más firme en este aspecto. “He decidido que ya no se podrá usar la abaya en la escuela”, anunció ayer.
Attal justificó su decisión en nombre de la laicidad y para poner fin a la controversia sobre esta cuestión. “Cuando entras en un aula no debes poder identificar la religión de los alumnos al mirarlos”, afirmó el ministro. En Francia, la laicidad es un principio de igualdad que genera consensos en todo el espectro político.
Sin embargo, los datos oficiales revelan que desde 2020 han aumentado sensiblemente las infracciones contra la laicidad. Solo en el último curso se registró un incremento del 150% de violaciones de la normal. El gobierno se reunirá la semana que viene con los centros educativos para asegurar el cumplimiento de la regla.
Medida de consenso en Francia
El ministro ha defendido a los centros educativos como “la primera línea de la laicidad” y se ha comprometido a ofrecerles “herramientas” para “hacer cumplir la ley”. Reconoce que muchos han aprovechado el vacío legal de la abaya para desafiar a la República. En este sentido, defiende la prohibición como una forma de atajar las infracciones.
El sindicato mayoritario de la educación aplaude la medida del gobierno. “La instrucción no estaba clara, ahora lo está y nos alegramos de ello”, dijo su secretario general Bruno Bokiewicz. En este sentido, ha pedido “que los directos no tengan que enfrentarse solos a las abayas”.
Varias figuras políticas han saludado con entusiasmo una medida que solo genera rechazo en la extrema izquierda. Acusan al ministerio de “policía de la vestimenta” y denuncian la medida por “anticonsistucional”. “Es contrario a los principios fundadores de la laicidad y sintomático del rechazo obsesivo hacia los musulmanes”, dijo Clémentine Autain.
¿Y en España?
Las prendas de vestir islámicas como el velo son una forma de sumisión de las mujeres y en especial las niñas. La religión cubre el cuerpo de las mujeres y las niñas para no incitar a los hombres a pecar. Por lo tanto, responsabiliza a las mujeres y a las niñas del pecado y pone el foco en el cuerpo y la decencia sexual.
Esto plantea un reto a las sociedades occidentales, que ven amenazados los principios fundadores de su civilización como la libertad y la dignidad de las mujeres. Pero si Francia está en la vanguardia de la defensa de estos valores, España sigue en la indefinición.
La creencia de que el velo islámico es la expresión del derecho fundamental de la libertad religiosa, impide una prohibición que es vista como un ataque a esa libertad. En España no existe una normativa clara sobre el uso de estas prendas en espacios públicos. Esto ha dado lugar a varias controversias, y la responsabilidad acaba recayendo en el centro de forma arbitraria.
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