Montaje con dos primeros planos de Salvador Illa a la izquierda y Pere Aragonès a la derecha, mirándose uno a otro
POLÍTICA

La estrategia suicida de Pere Aragonès con el PSC

Esquerra descarta cualquier tipo de pacto con Salvador Illa tras las elecciones catalanas, en una apuesta sin sentido y que a la práctica solo puede significar una cosa

Pere Aragonès y su segundo a bordo -Sergi Sabrià- han descartado en las últimas horas un pacto con el PSC tras las elecciones catalanas. Tras acordar con Salvador Illa los presupuestos por segundo año, ERC niega -de modo gratuito, sin que venga a cuenta- que pueda haber un pacto con los socialistas en la Generalitat. Y, no solo eso: no descarta, en cambio, un acuerdo con Junts per Catalunya. Ver para creer.

El miércoles de esta misma semana Sergi Sabrià aseguraba que su formación no haría en ningún caso President a Salvador Illa. Aunque sacara 45 diputados y ellos 20. Justo 24 horas después, Pere Aragonès añadía que no habría Govern de coalición con los socialistas, con quien tienen "modelos muy diferentes". En resumen: ERC se cierra una puerta antes de las elecciones y, quizás, la más importante. 

Los republicanos parecen convencidos que se juegan parte de sus votos con los socialistas. El PSC es el rival a batir y, si el caso Koldo no salpica Cataluña, parece complicado que alguna otra formación pueda disputar la victoria a Salvador Illa. Es más, algunas encuestas internas -dichas ahora trackings- de los partidos señalan que el procesismo podría perder la mayoría absoluta. Si esto sucede, se abren tres escenarios: Un Govern de izquierdas, descartado ya por ERC, vuelta a la sociovergencia, o un ejecutivo del PSC con el apoyo externo de otras formaciones, donde los socialistas podrían mirar a derecha e izquierda, en clave estatal o catalana.

Plano medio de Sergi Sabrià hablando desde el atril del Parlament de Catalunya

Descartada, pues, la primera opción, Esquerra solo contempla gobernar si el procesismo suma. Más allá de que oiremos a Pere Aragonès decir que quieren ganar las elecciones y seguir gobernando en solitario, unos y otros saben que esto no sucederá. Siendo realistas, los republicanos no están ahora mismo en condición de ganar las elecciones y menos aún de retener la Generalitat sin una coalición.

¿Por qué, pues, ERC se abona a una estrategia tan arriesgada? Por pura necesidad. Los republicanos y el PSC se entienden en diputaciones, grandes ayuntamientos, en el Congreso y el Parlament. La sensación es de retorno al 2003, aunque sea por puro tacticismo de unos y otros. Hasta hace poco, Esquerra presumía de estar instalada en la centralidad política, pero parece empeñada en salir de ella. Descartando al PSC, Aragonès y Sabrià descubren que su principal miedo es ahora Carles Puigdemont.

ERC descarta el PSC para volver a competir con Junts

Esquerra pretende avanzarse a Junts y hacer cuajar el mensaje de que no pactarán con el PSC. Los de Puigdemont, que están meditando si aguantan a Pedro Sánchez o lo dejan caer, se presentarán a las elecciones catalanas haciendo gala de sus "manos libres", como decía Carod-Rovira en 2001. Los mensajes del president de la Generalitat, desmarcándose del PSC, van en esta dirección: no dejar el camino libre a Junts, que acusará a los republicanos de buscar un nuevo tripartito. 

Imagen de Pere Aragones con la mano en la barbilla, sentado en su escaño del parlament de cataluña

La teoría podría justificar este bandazo de Esquerra. Acercarse a Junts -aunque sea poco creíble- y alejarse de los socialistas para recuperar el votante nacionalista y competir electoralmente con Puigdemont. El problema es que a la práctica es no es plausible y las opciones de volver a gobernar de los republicanos se reducen, y de qué manera. Un pacto entre Esquerra y Junts parece imposible y más aún si los de Puigdemont mantienen su apuesta para volver a adoptar políticas centristas.

Dice Pere Aragonès que el proyecto del PSC es muy distinto al suyo. No piensa lo mismo con Junts, que quiere eliminar el impuesto de sucesiones, expulsar a los inmigrantes ilegales y reducir la presión fiscal. A la práctica, la apuesta de Esquerra es total: o ganan y gobiernan con soportes externos, o van a la oposición. Y no es una apuesta arriesgada, es simplemente suicida.

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