Escraches sí, Ferraz no: la postura de la izquierda según quién protesta
Los disturbios de esta semana han generado opiniones distintas en aquellos que las defendían en tiempos de escraches o de sentencias post-‘procés’
No cabe duda de que la semana que dejamos atrás ha estado marcada, desde el punto de vista político y social, por lo ocurrido en las calles de Madrid. La inminencia del acuerdo de investidura entre el PSOE y Junts, que finalmente fue sellado el jueves, caldeó los ánimos de sectores variopintos de la derecha española. La mecha que todo lo prendió, como es sabido, es la inclusión, en dicho acuerdo, de la ley de amnistía.
La entrada en vigor de esta norma irá para largo: tramitación, aprobación y una más que previsible odisea judicial van a ser los episodios previos a su eventual aplicación. Pese a ello, hasta la presentación oficial del pacto se fueron sabiendo algunos detalles sobre el alcance de la amnistía. Finalmente, dejarán de considerarse delito todos los hechos relativos al ‘procés’ desde 2012 y, a su vez, también algunos casos que Junts considera de “persecución política”.
Una semana de altercados en Ferraz
La proximidad del acuerdo, así como la filtración de los primeros detalles sobre la amnistía, suscitaron una oleada de protestas. Todo arrancó la noche del viernes, 3 de noviembre, fue a más al día siguiente —con Esperanza Aguirre participando activamente en la protesta— y llegó a su punto álgido a mediados de semana.
Las protestas desataron situaciones graves incidentes, con el lanzamiento de petardos y bengalas, además de otros objetos y del destrozo de varios elementos del mobiliario urbano. Manifestantes y policías heridos y varias detenciones fueron el resultado de las noches más crispadas de la semana, con el foco en la calle Ferraz, frente a la sede nacional del PSOE.
La aparatosidad de la situación ha generado ríos de tinta, así como minutos y minutos de radio y de televisión. Ha sido, sin duda, el gran tema de actualidad de la semana: los altercados en Madrid han tenido encima toda la atención informativa. Por esta razón han sido varios los protagonistas políticos que se han posicionado acerca de estas algaradas.
El juego de declaraciones y contradeclaraciones ha dejado huella en todos los rincones del espectro político. El miércoles era el PP quien se veía en el centro de las contradicciones, con una Ayuso condenando rotundamente los altercados ante un Feijóo pusilánime, incapaz de condenar con claridad los episodios de violencia callejera vividos en Madrid.
La izquierda ‘podemita’ entra en contradicción: sí a los escraches… pero no en Ferraz
Pero no solo los populares han aireado la debilidad de su posición acerca de los incidentes. Si miramos hacia la izquierda del panorama político español, es sencillo recordar qué postura tomaban, hace escasos años, las caras visibles de Podemos ante episodios similares. Echemos la vista atrás: nos trasladamos momentáneamente a 2013, con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) liderando multitud de protestas en toda España.
Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal, Jorge Fernández Díaz o Rosa Díez, por poner varios ejemplos, fueron víctimas de escraches en sus domicilios o en actos públicos. “No me canso de decir que los escraches son el jarabe democrático de los de abajo”, afirmaba en aquel contexto Pablo Iglesias, que meses más tarde fundaría Podemos. La actual ministra de Igualdad y miembro de Podemos, Irene Montero, defendía también este tipo de protestas en aquel momento. “El escrache no es acoso, es interpelar a los diputados para que hablen con nosotros y no nos den la espalda”, decía.
Ambos, Iglesias y Montero, pareja desde hace años, comprobaron tiempo después en su propia piel qué significa sufrir un escrache. Durante meses, fueron víctimas de este tipo de protesta en su vivienda particular, el polémico chalé en el que residen, en el municipio madrileño de Galapagar. Ya entonces sus opiniones se fueron matizando, aunque se resistían a calificar como escraches estas protestas.
Esta semana se ha comprobado el cambio definitivo de opinión por parte de Iglesias y Montero, entre otros capitostes de Podemos. El exvicepresidente del Gobierno ha cargado duramente contra las protestas a través de varios medios de comunicación y, de hecho, dio a entender, antes de las cargas que se produjeron, que los agentes antidisturbios tenían que actuar contra los manifestantes.
“En España los antidisturbios facilitan el ejercicio del derecho de reunión y manifestación sin necesidad de comunicación previa. Y si es necesario, se ponen al frente de las movilizaciones. Somos el paraíso de las libertades y la democracia”, decía, irónicamente, en la red social X. La discusión siguió con un Iglesias crítico con la moderación, a su juicio, de la actuación policial. Se trata, sin duda, de un giro importante de Iglesias: de defender los escraches y su polémico método de protesta a exigir actuaciones policiales ante las protestas en Ferraz.
Curiosamente, uno de los antecesores de Iglesias en la vicepresidencia del Gobierno, el socialista Alfonso Guerra, vinculaba esta semana lo vivido ante la sede del PSOE con los escraches. “Los escraches que trajeron los nuevos partidos e ir a acosar a las sedes a los partidos políticos está fuera de la democracia”, afirmó ante los medios.
El independentismo, más claro sobre los altercados de Madrid que sobre los de Barcelona
Los incidentes vividos en Madrid nos remiten a imágenes vistas hace exactamente cuatro años en las calles de Barcelona. En otoño de 2019 se dio a conocer la sentencia del ‘procés’, que condenaba a penas de cárcel a varios de los miembros del gobierno de Carles Puigdemont y a otros líderes sociales y políticos como Jordi Sánchez, Jordi Cuixart y Carme Forcadell. La respuesta independentista en las calles fue una oleada de altercados que duró varios días y que generó duras cargas policiales.
Fueron jornadas de elevadísima tensión en Cataluña y en toda España, con condenas rotundas a esas protestas por parte de la mayoría de las fuerzas políticas. Los partidos independentistas se vieron obligados a hacer equilibrios: pese a apoyar las protestas, a su vez pretendían desmarcarse de las actitudes más violentas. Para más inri, tenían que conciliar la defensa de la actuación de los Mossos —JxCat y ERC gobernaban conjuntamente— con el sentir mayoritario de la base independentista, muy crítica con las cargas de la policía catalana.
Piruetas imposibles que dejaron a los partidos ‘indepes’ en una muy mala posición y que contrastan, hoy, con su apoyo al PSOE. El ‘president’ Pere Aragonès mostraba esta semana su solidaridad con las víctimas de los altercados en Madrid, una postura clarísima que no mantuvo cuatro años atrás:
También Carles Puigdemont mostraba en X su sorpresa por los incidentes de Madrid esta semana. Contrasta su posición con la distancia que tomó en 2019 con las protestas del ‘procés’, un mutismo con el que evitó condenar dichas movilizaciones.
En definitiva, los altercados de Ferraz han dejado entrever las distintas posturas de la izquierda y el ‘procesismo’ ante este tipo de movilizaciones. Mientras los escraches o las algaradas de Barcelona contaron con su apoyo explícito o, al menos, con cierto margen de tolerancia; su postura no es tan clara cuando la protesta procede de la derecha del espectro político.
Más noticias: