Cero autocrítica: ERC elude responsabilidades tras un año de apuros
Ni los malos resultados en las municipales y en las generales ni la polémica gestión en Interior o Educación provocan autoenmienda alguna en las filas republicanas
Dice el tópico que, con la llegada del nuevo año, debe dedicarse un tiempo a la autorreflexión y a idear propósitos para el nuevo ciclo. Quizá ERC debería abonarse a la sabiduría popular para conseguir hacer aquello que no ha hecho todavía hoy por hoy: autocrítica. Los republicanos cerrarán en cuestión de días un 2023 donde se ha puesto de manifiesto un cambio de tendencia: ERC mengua; el ciclo ya ha cambiado.
No es una cuestión focalizada solamente en los resultados electorales, que sin duda son una muestra clara de que el punto de inflexión ya se ha producido. Los resultados logrados en los comicios municipales y, sobre todo, en las elecciones generales de julio, son ya una primera merma en los resultados que ERC había obtenido hace escasos años.
Falta de autocrítica por parte de ERC
Pero la situación va más allá y ERC está acusando el desgaste de gobernar; aún más por la carga que supone hacerlo en solitario. Los republicanos capitalizan cualquier ápice de mala gestión en el Govern y las últimas encuestas reflejan ya que el globo republicano se deshincha a marchas forzadas. Interior y Educación son los dos azotes principales del Govern liderado por Pere Aragonès.
Ante este panorama, sorprende la falta de autocrítica por parte de ERC, que ha tirado balones fuera en sus crisis principales de este año. Si nada cambia —y nada parece indicarlo—, el partido que preside con mano de hierro Oriol Junqueras podría ver desvalijada en 2024 la comodidad electoral lograda en el lustro anterior. Las elecciones europeas y un probable adelanto de las autonómicas podrían dejar a ERC en el dique seco en el próximo ciclo electoral.
Las municipales, un pinchazo
Los síntomas de agotamiento en ERC fueron ‘in crescendo’ ya desde el inicio de la legislatura. La salida de Junts del Govern traspasó a los republicanos todo el peso de la gestión y, por consiguiente, del desgaste. La primera afrenta de ERC ante las urnas debía servir para calibrar hasta qué punto la situación les hacía mella.
Es cierto que analizar unas elecciones municipales obliga a tener en cuenta multitud de variables de índole local: cada municipio es un mundo. Pero los grandes vectores dibujan una realidad impepinable: ERC perdió un 6,2% de los votos y 219 concejales con respecto a 2019. Fue el primer gran batacazo de los de Junqueras.
Más allá de ello, el fracaso se palpó en las grandes ciudades: ni rastro de la estrategia de ampliación de la base independentista. ERC pasó de ganar las elecciones en Barcelona a ser cuarta, y perdió las alcaldías de Tarragona y Lleida. La primera gran ciudad gobernada por ERC es Manresa —76.000 habitantes—, por debajo de las grandes urbes gobernadas por PSC, PP, Junts e incluso la CUP.
Tras la celebración de los comicios locales en mayo, no hubo movimiento alguno. Solo la dimisión de candidatos locales —los exalcaldes de Tarragona, Lleida y Sant Cugat, por ejemplo— maquilló muy levemente la falta de asunción de responsabilidades en la cúpula del partido. Pero había excusa: Sánchez anticipó las elecciones a las Cortes Generales horas después de la noche electoral.
Las generales, la confirmación de la debacle
Sin tiempo para una catarsis de mayor o menor medida en la organización, ERC puso rumbo a unas elecciones generales en las que el listón estaba muy alto. Los republicanos habían alcanzado 15 y 13 diputados en las dos citas generales de 2019, muy por encima de Junts. Con Gabriel Rufián repitiendo como cabeza de cartel, el trompazo fue sonoro.
ERC perdió más de 400.000 votos, casi el 50% de los obtenidos cuatro años antes, pasando de 13 a 7 diputados. Tras la debacle, de nuevo el silencio. Ni una dimisión, ni un ápice de autocrítica: toda la culpa fue del voto útil.
Esta misma semana, Gabriel Rufián se recreaba en ello en una entrevista concedida al diario ‘El País’. “Nos enfrentamos a unas elecciones españolas en un marco más español que nunca. Y la gente votó al PSOE porque pensó que era el primo de Zumosol”, dijo.
Rufián y ERC echan de nuevo balones fuera y evitan asumir la responsabilidad del partido ante el ocaso de su ciclo de bonanza.
Interior y Educación, los dos principales talones de Aquiles de Pere Aragonès
Sin embargo, la falta de autocrítica que podemos detectar en las filas de ERC no se circunscribe exclusivamente en la cúpula del partido. El Govern también da muestras casi diarias de evitar la asunción de responsabilidades. Los máximos exponentes de ello son los departamentos de Interior y de Educación, en el foco mediático en los últimos meses.
Con Joan Ignasi Elena al frente, la consejería de Interior ve como la inseguridad es un problema creciente en las calles de Cataluña. Semana tras semana, son varias las localidades que alzan la voz pidiendo orden ante el auge delincuencial, con episodios de okupaciones, peleas u otros delitos de cierta gravedad. Pero lejos de hacer un autoanálisis crítico, el consejero Elena rehúye responsabilidades.
En un artículo de hace escasos días en ‘La Vanguardia’, Elena afirmaba que Cataluña “es un país seguro a pesar de la extrema derecha”. Atribuía la creciente sensación de inseguridad a “la extrema derecha que utiliza el miedo como ariete electoral" y al "papel de las redes sociales". Nuevamente, cero autorreflexión.
Muy similar es el posicionamiento de Anna Simó, titular de Educación, ante los últimos datos sobre enseñanza en Cataluña. El informe PISA situaba hace unos días a Cataluña a la cola de España, en una oleada catastrófica de datos. La reacción de Simó fue, nuevamente, una muestra de cuán difícil le es a ERC la autocrítica de su gestión.
Lejos de reconocer errores, Educación atribuyó en primer lugar —lo retiró más tarde— los mediocres resultados a la inmigración. Luego, Simó tiró de eufemismos para vender que Educació ya está manos a la obra en la resolución del problema. En la práctica, sin embargo, nada ha cambiado.
Incluso se lo han achacado las Asociaciones Federades de Familias de Alumnos de Catalunya (Affac), que han criticado la "falta de autocrítica y de propuestas concretas" del Govern. Un ejemplo más, pues, del mantra generalizado en ERC: la ausencia de autocrítica en su gestión.
En definitiva, la llegada del Año Nuevo debería significar para ERC la apertura de una nueva etapa. Tras un ciclo al frente del Govern y más de una década de apoyo al ejecutivo, los republicanos parecen acercarse al ocaso de una época dorada. El anticipo de las elecciones catalanas podría suponer este punto final que obligaría a Esquerra, de una vez por todas, a promocionar nuevos liderazgos y a pasar página del ‘junquerismo’ en el que parece haberse anquilosado.
Más noticias: