Podemos, residual: la debilidad del partido en Cataluña tras romper con Sumar
El divorcio de Podemos y Sumar se suma a la crisis permanente del partido de Pablo Iglesias en Cataluña, donde nunca ha hallado la estabilidad buscada
Poco imaginó Pablo Iglesias, en marzo de 2021, que su dimisión y el nombramiento de Yolanda Díaz como líder del espacio de Podemos iniciaría la mayor crisis vivida a la izquierda del PSOE. La semana que dejamos atrás ha sido la de la consumación de lo que ya era un secreto a voces. Podemos ha optado por romper definitivamente con Sumar y sus cinco decisivos diputados en el Congreso han pasado al Grupo Mixto.
El movimiento del partido que dirige la exministra Ione Belarra estaba cantado desde hacía semanas. Su origen se halla en las desavenencias públicas y notorias de la líder de Sumar, Yolanda Díaz, con el partido de su antecesor y mentor político, Pablo Iglesias. En el tramo final de la anterior legislatura, Díaz, vicepresidenta del Gobierno, se mostró distante ante las feroces críticas que recibió Irene Montero, entonces ministra de Igualdad.
Yolanda Díaz y Podemos, historia de un desencuentro
Las enormes polémicas originadas por la Ley Trans y, sobre todo, por el desbarajuste jurídico de la Ley del ‘Solo sí es sí’ eran el ‘quid’ de la cuestión. Pese a los ataques a Montero, la vicepresidenta Díaz nunca defendió la labor de su compañera de Gobierno y de espacio político. La distancia se hizo evidente y ya nunca fue reparada.
Todo se agravó con la convocatoria anticipada de elecciones generales para el pasado mes de julio. La premura obligó a cerrar ‘in extremis’ la coalición de Sumar con Podemos. El partido morado era reticente a ello por el poco peso que, a su juicio, les ofrecía Yolanda Díaz en la nueva plataforma de la autobautizada como izquierda alternativa.
Sin embargo, las circunstancias obligaron a Podemos a aceptar un encaje que nunca fue tal. Una campaña incómoda dio paso a críticas de Podemos a Sumar por el resultado electoral la misma noche del 23 de julio. Y por si las relaciones no estaban ya suficientemente tocadas, la puntilla la hemos visto durante el otoño, en las negociaciones para formar Gobierno.
Yolanda Díaz no dudó en apartar a Podemos de cualquier ministerio, lo que colmó el vaso de los morados. Asentada ya la legislatura, Ione Belarra anunciaba el pasado martes la ruptura. Podemos deja Sumar, se va al grupo mixto y utilizará sus cinco diputados clave como bisagra imprescindible en una legislatura cuyo rompecabezas se complica todavía más.
Una sola diputada, la escasa fuerza de Podem Catalunya
La decisión de Podemos, más allá del paso al Grupo Mixto por parte de estos cinco diputados, tuvo consecuencias visibles. La más destacada en Cataluña la protagonizó la líder de En Comú Podem en el Parlament y última candidata de la formación a la Generalitat, Jéssica Albiach. Tras el anuncio de Ione Belarra y la prohibición de la doble militancia a los miembros de Podem, Albiach decidió romper el carné del partido de Pablo Iglesias.
Cabe recordar que Jéssica Albiach inició en Podemos su carrera política, por ello conservaba aún su militancia en la formación. Aunque siempre defendió la fusión de todos los partidos de la izquierda alternativa en Catalunya en Comú, perseveró en su vinculación con Podem. Sin embargo, a su vez asumió cargos de responsabilidad en los Comuns, donde ejerce como coordinadora del partido junto a Ada Colau y Candela López, exalcaldesas de Barcelona y Castelldefels, respectivamente.
Con el adiós de Albiach a Podem y dada la situación actual a nivel estatal, el diagnóstico es obvio. Podem podría caer en un estado de profunda residualidad en la política catalana. Si bien hasta ahora tampoco gozaba de una gran visibilidad —los Comunes copan la práctica totalidad del espacio político—, la presente situación puede comportar un paso más en la marginalidad de la formación.
Un rápido vistazo a la fisonomía política de Podem permite constatar la flaqueza del partido en Cataluña. Tras la dimisión de Albiach, solo una de los ocho diputados del espacio político en el Parlament pertenece a Podem. Se trata de Yolanda López, diputada por Tarragona y también concejala en el Ayuntamiento de El Vendrell.
En Madrid, puede afirmarse que la rama catalana de Podemos no tiene representación. Lilith Verstrynge —hija del exsecretario general de Alianza Popular Jorge Verstrynge—, de Podemos, fue elegida diputada por Barcelona. Verstrynge es madrileña y Podemos la colocó en esta plaza para garantizarle el escaño, lo que dejó a Podem sin representación directa en el Congreso.
Tras la diputada López, pues, el resto de los cargos políticos de Podem en Cataluña corresponden a concejales en algunos ayuntamientos catalanes. El panorama de la formación morada en la comunidad autónoma es, pues, desolador ya de entrada. Pero se agrava si se conocen sus entresijos.
Podem, un partido en permanente crisis en Cataluña
Y es que en Podem no solo son pocos, sino que están mal avenidos entre ellos. Su único cargo de cierto rango, la diputada Yolanda López, es uno de los nombres que se ha distanciado del partido. Forma parte del grupo de 13 miembros de la cúpula de Podem que dimitieron hace unas semanas por discrepancias con la formación.
La razón de fondo es su disconformidad con la estrategia ‘podemita’ de evitar la alianza con Sumar. Son, pues, favorables a aunarse con otras formaciones dentro de la plataforma de Yolanda Díaz. Junto a Yolanda López hay otros nombres destacados del espacio, como el exdiputado en el Parlament y actual concejal del Ayuntamiento de Molins de Rei, Lucas Ferro.
Internamente, pues, Podem aboga por ir de la mano de Sumar, una estrategia contraria a la que Ione Belarra, Pablo Iglesias e Irene Montero dictan desde Madrid. En su línea se encuentra solamente la coordinadora general de Podem Catalunya, Conchi Abellán, que defiende esta postura en solitario, sin apoyos sustanciales dentro del partido.
Podem nunca ha logrado estabilizarse como formación en Cataluña y ha protagonizado una marginalidad creciente ante los Comunes. Prueba de ello es el hecho de que haya tenido cinco líderes en seis años y que su visibilidad y grado de conocimiento sea prácticamente nulo. Además de tratarse de un partido sin demasiada estructura, la división interna dibuja una formación con escaso recorrido.
De este modo, la ruptura con Sumar puede ser la estocada definitiva para Podem. El partido, ya ‘per se’ muy debilitado en Cataluña, podría correr el riesgo de amplificar todavía más su residualidad o, incluso, de condenarse a la práctica desaparición. La situación podría causar un trasvase letal de militantes a Catalunya en Comú.
En este sentido, cobrarán importancia los movimientos que pueda dar la formación en los próximos meses, tanto a nivel nacional como autonómico. Lo que parece evidente es que, por ahora, Podem no puede.
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