La CUP demuestra su desorientación copiando la idea de Podemos
Los anticapitalistas, que están en pleno proceso interno para decidir que quieren ser de mayores, emulan una de las ideas estrella de Pablo Iglesias
La Candidatura de Unitat Popular -la CUP, vaya- hace ya algún tiempo que no hace honor a su nombre. Las dos almas del partido, la revolucionaria y la indepe, siguen enfrentadas, algo que se ha hecho aún más evidente durante el 'Procés de Garbí'. Se trata de reuniones, asambleas y actos que ha organizado la CUP para refundar la formación. Lo que sucede es los cupaires se siguen enredando en debates teóricos que -por suerte- la mayoría de la gente no entiende.
Endavant, que representa el sector más marxista, aportó diez ideas claves para este proceso. Seré sincero, no entendí la mayoría, pero sus propios militantes lo resumían así: "no se puede estar en una estrategia revolucionaria y a la vez electoralista". Esta organización, que forma parte de la CUP pide "una estrategia y programa socialista que evidencie y confronta las instituciones capitalistas". Y es en este contexto que los anticapitalistas han copiado una de las ideas 'estrella' de Podemos en la pasada legislatura al Congreso: crear supermercados públicos.
La CUP quiere supermercados públicos de la Generalitat
Parece que los cupaires no cogieron nota del fracaso de la idea de Pablo Iglesias y piden ahora crear una Red Catalana de Supermercados Públicos. Según cuentan, es una de las propuestas que la CUP ha dado al Govern de Pere Aragonès para pactar los presupuestos. Aseguran que serviría para "favorecer los productos de proximidad, garantizar unos precios justos para los productores catalanes y controlar los precios de una cesta básica".
La CUP no solo copia la idea de Podemos, también el relato. Si se acuerdan, dirigentes como Iglesias, Echenique o Irene Montero pusieron a Juan Roig y a Mercadona en el punto de mira tras estallar la inflación y el aumento de precios. Fue una campaña muy dura que parece querer copiar ahora la CUP. Así aprovechaba la diputada Laure Vega el conflicto de los agricultores para asegurar que la inflación "es un robo silencioso provocado por grandes empresarios como Juan Roig de Mercadona, que paga misera a la agricultura y nos suben los precios".
"En estos 10 minutos Juan Roig ha ganado el salario medio de Cataluña", añadía Laure Vega, en una muestra clara de demagogia que no sirve de nada. La fobia de la CUP a las empresas ya es conocida. El presidente de Mercadona explicaba hace un año que los costes habían subido un 12%, mientras que los precios lo habían hecho un 10%. Es más: es prácticamente imposible que el supermercado público que quiere la CUP pueda ofrecer los precios de Mercadona.
Dicen que el papel lo aguanta todo. Un supermercado público, aseguran, no especularía con los precios porque no buscaría beneficios. La teoría es bonita, incluso alguien la podría llegar a comprar. Lo que sucede es que la experiencia indica que serían empresas con pérdidas, que irían a costa del consumidor. No solo los precios subirían, sino que además deberíamos pagar estas pérdidas con nuestros impuestos. Solo hace falta mirar que sucedió con los dos intentos de supermercados públicos que hubo en España hace ya 40 años: lo intentaron Mercasa y Tabacalera comprando empresas que funcionaban y bien -Dirsa y Jobac- y tuvieron que ser privatizadas poco después al tener pérdidas importantes. O con las empresas públicas, que arrastran pérdidas, excepto Renfe, que obtuvo por primera vez beneficios en 2017, 76 años después de crearse.
Hay veces que a uno le gustaría que la CUP pudiera llevar a cabo propuestas como esta para que se dieran cuenta de que no tienen recorrido. Por suerte, se me pasa cuando recuerdo que me tocaría a mí pagar el invento. El negocio en los supermercados no está en el margen de beneficio, sino en el volumen. Su rentabilidad es del 3% de media y Mercadona, por ejemplo, cuenta con un margen menor que Lidl o Carrefour. Un supermercado público nunca sería competitivo ni podría ofrecer mejores precios que un privado.
El problema no es que Mercadona compre alimentos de Marruecos más baratos, es que Europa permite que estos alimentos compitan en desigualdad de condiciones. Es más o que sí que podrían hacer los gobiernos es hacer bien su trabajo para dar referencias de los costes de producción de productos como la leche. De este modo, los empresarios no pagarían nunca un producto por debajo del precio de coste.
Ahora bien, creer que el empresario es el demonio, simplemente por serlo, es algo tan básico, banal y demagogo que no debería escucharse en un Parlament.
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