Cuando sufres en tus carnes la cancelación y censura que otras veces aplaudes
ERC vive una campaña marcada por la presencia de varios colectivos que quieren sabotear sus actos
Este pasado sábado, varios miembros del Sindicato de la Vivienda del Raval aparecieron en un acto de ERC para reventarlo y lanzar sus proclamas a la cara de Joan Ignasi Elena. "Esquerra Republicana y Joan Ignasi Elena sois responsables directos de la miseria de los trabajadores de esta ciudad", le dijeron los llamados activistas al consejero de Interior.
Es una tónica en esta campaña electoral: varios colectivos irrumpen en actos de los republicanos para protestar por su gestión en el Govern. Lo vivido el pasado sábado fue especialmente incómodo para los políticos de ERC, como se ve en las imágenes que se han difundido. Los miembros de este denominado sindicato, próximo a la izquierda anticapitalista, quisieron señalar directamente a Elena, impidiéndole hablar y saboteando un acto de un partido político en plena campaña electoral.
Es, sin lugar a dudas, un acto de cancelación de los que la izquierda más antisistema nos tiene acostumbrados. Ahora lo sufre Esquerra y sus dirigentes y hace años le pasaba a Convergencia, al PSOE o a cualquier partido que tuviera el poder. No es que algunos expresen su opinión y promuevan el debate, es que imponen su discurso y te impiden hablar.
Lo vemos en redes sociales, donde se señala con nombres y apellidos a quien piensa diferente y se presiona para que calle. No es la legítima discrepancia, es una voluntad real de silenciar, de imponer su ley. Como decimos, le toca ahora a ERC sufrirlo, que debería aprender una lección.
La cancelación que ahora sufre Esquerra
Muchos dirigentes republicanos son los que han aplaudido estos actos de cancelación y censura cuando iban dirigidos a sus adversarios políticos. No solo se han puesto de perfil, lo han promovido desde sus propias redes y altavoces.
En Esquerra nadie entiende que se les ataque por la problemática de la vivienda cuando firman todos los compromisos posibles. Es más, desde los medios públicos han sobredimensionado el Sindicato de Llogateres, que ya es un actor político más. Pese a esto, piensan, se les persigue y se les hace un escrache en un mitin electoral.
Los actos de cancelación, la voluntad de silenciar al otro nos aleja de ser una sociedad madura, capaz de poder discutir de cualquier cosa. De hecho, el totalitarismo es eso, imponer una sola voz y silenciar a tu adversario. Y, claro, es inevitable preguntarnos qué diferencia hay entre los que callan a Elena cuando hace campaña y los que obligan a Sílvia Orriols a ir con policía porque no quieren que pueda dar un mitin electoral.
¿Acaso la cancelación es válida para algunos? Oriol Junqueras sufría uno de estos actos el pasado viernes en Reus. Su respuesta fue: "Si no nos dejamos silenciar por los jueces del Supremo, tampoco nos dejaremos silenciar por alguien que grita intentando que no hablemos. Todas las reivindicaciones son legítimas, pero respetar el derecho de las personas a hablar, me parece que es fundamental".
Es, en definitiva, la libertad. La libertad de discrepar, de pensar diferente y de cuestionar cualquier ideología política. Los actos de censura, de cancelación, atacan a esta libertad y deberían ser condenados por cualquiera. Lo que no vale es reivindicar tu derecho a la palabra cuando lo sufres y aplaudir cuando se quiere callar a tu adversario. Y no, no vale la excusa del fascismo, porque no hay nada menos democrático que no dejar hablar.
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