Primer plano de Najat Driouech, diputada de ERC
POLÍTICA

Una catalana de origen marroquí retrata a la izquierda y a Najat Driouech

Hanan Serrouckh, mediadora social, alerta de la expansión del islamismo radical y el velo islámico en Cataluña

La izquierda llama fascistas, racistas y extrema derecha sistemáticamente a quienes osan plantear cuestiones como la falta de integración o el velo islámico. Pero, ¿qué ocurre cuando son los propios catalanes con raíces extranjeras quienes denuncian el fracaso del modelo multicultural?

Pocas voces han sido tan contundentes y han retratado a la izquierda de una forma tan salvaje como la protagonista de La Contra de La Vanguardia esta semana.

Se trata de Hanan Serrouckh, de padres marroquíes y nacida en Barcelona, que denuncia el avance del islamismo “por la dejadez política” en Cataluña. Hanan, mediadora entre la comunidad marroquí y la española, fundó la asociación Punt de Referència que acompaña a niños sin familia. Es lo más alejado que nos podamos imaginar de una fascista, y por eso su testimonio suena como una bofetada para la izquierda woke tan extendida en Cataluña.

Víctima del salafismo

El 80% de las mezquitas salafistas en España radican en Cataluña, que se ha convertido en capital europea de esta corriente radical del islam. En parte es gracias a la tolerancia de la izquierda, que incluso ha protegido a imanes radicales en nombre de la diversidad. 

Como cuenta la propia Hanan, cuando murió su padre su madre se casó con un salafista que le obligó a ponerse el velo, dejar su trabajo y encerrarse en casa. A ella la obligó a separarse de los “infieles” e intentó casarla forzosamente cuando tenía 13 años. Ella huyó, y pasó a ser repudiada por su madre y por toda la comunidad.

Una pareja de personas mayores caminando por una calle urbana, el hombre lleva una maleta con ruedas y la mujer viste un atuendo tradicional.

Ahora denuncia la expansión del islamismo radical y sus peligros, como la proliferación de matrimonios forzosos de niñas en Cataluña en los últimos años. Habla de un “caldo de cultivo” que ejerce una radicalización de los jóvenes. Hay según ella una falsa idea de integración, que se vio de forma dramática en los terroristas de Ripoll: “Decían que estaban integrados pero habían crecido con esta idea de los infieles o nosotros”.

Contra el velo islámico

Hanan cuenta que su madre pasó de ir con traje de baño en la playa a vestir con un hiyab que solo deja entrever su rostro. Invita a dar un paseo por Reus, “cuna del salafismo”, para ver como van vestidas las niñas a la salida de una escuela islámica. 

Por eso denuncia alto y claro el fracaso del modelo multicultural que la izquierda ha intentado implantar en Europa. Sin decir su nombre, señala que “no es ningún logro que tengamos un hiyab en el parlamento”, en referencia a Najat Driouech. La diputada musulmana de ERC que exhibe con orgullo el velo islámico en el parlamento catalán ha inaugurado una moda con la que la izquierda presume de multiculturalidad.

Advierte de que el hiyab “no es un signo religioso sino un instrumento político”, y que “cada mujer que lleva un hiyab en Europa es una conquista social y política para los islamistas”.

Harta del buenismo

Hanan alerta de la expansión del islamismo en Europa, a través de “una red de control de la población migrante” y desliza algo aún más grave: el acceso a la financiación europea utilizando proyectos de multiculturalismo como la construcción de mezquitas. Es decir, Europa está financiando el islamismo, o sea su propia destrucción.

Habla de “captación y de poder de influencia en la política”, así como “espacios de educación paralela de niñas, niños y jóvenes”.

Es consciente de que su discurso contraviene las normas de lo políticamente correcto, pero prefiere “ser honesta y denunciar lo que está pasando”. Trabaja directamente con los cuerpos de seguridad en la lucha contra el terrorismo y lanza una advertencia: la amenaza no es solo armada, sino sobre todo ideológica, social y cultural. 

“Pero lo políticamente correcto nos impide debatir con honestidad”, concluye.

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