Un grupo de personas en un montaje fotográfico con un fondo de asientos rojos.
POLÍTICA

Los bloques se enrocan en el Parlament

Los primeros 100 días de Govern dibujan una legislatura estable pero polarizada

La semana pasada se cumplieron 100 días del Govern, y a lo largo de este tiempo, en las sesiones parlamentarias, se han evidenciado dos cosas. Uno, que Salvador Illa no debería tener demasiados problemas para avanzar en la legislatura con una relativa estabilidad. Y dos, que pese a sus intentos de “normalización institucional” y superación de la etapa procesista en Cataluña, la polarización sigue instalada en el Parlament con dos bloques muy enrocados.

Un hombre con gafas y traje oscuro está sentado en un banco de madera con tapicería roja.

Las sesiones parlamentarias de la semana pasada demostraron este enrocamiento, que dificulta las transacciones entre partidos para llegar a acuerdos.

El gobierno del PSC, con tan solo 42 diputados de 135, ha conseguido estabilizar su alianza con ERC y Comuns para sacar adelante los presupuestos y las leyes más importantes. Pero eso le obliga a bascular a la izquierda y limita su acercamiento a los otros partidos de la oposición. Junts y PP obligan a Salvador Illa a escoger entre ERC y ellos, es decir, entre el continuismo con una izquierda cuyo modelo se ha revelado fracasado y la reconstrucción de un espacio de centro-derecha liberal. 

A la extrema izquierda está la CUP, que ve al PSC como un partido españolista y derechizado con el que difícilmente se pueden llegar a acuerdos. Y Vox y Aliança Catalana, a quien el PSC, como el resto de partidos de la cámara excepto el PP, ha impuesto un cordón sanitario que impide cualquier entendimiento.

Con este panorama, ni el gobierno del PSC tiene margen de maniobra para explorar otras alianzas más allá de la izquierda, ni la oposición goza de suficiente unidad para plantear una alternativa sólida.

Aprovechar la división del procesismo

La ventaja para el PSC es la división manifiesta en la oposición, que impide cualquier alternativa sólida de gobierno. Los partidos procesistas son los más numerosos de la oposición, pero compiten entre sí para seguir siendo influyentes a pesar de las crisis internas y de confianza que arrastran desde hace tiempo. La estrategia del PSC pasa precisamente por aprovechar la división del procesismo para eliminar cualquier alternativa independentista y, de paso, tener dos socios potenciales con los que negociar.

El flanco de la izquierda es extremadamente débil, ya que sumando los diputados de ERC, Comuns y la CUP no llegan a treinta. ERC y los Comuns han encontrado un resquicio para seguir siendo influyentes como puntal del nuevo gobierno. Pero ahora ya no pueden tensar la cuerda como antes, y la CUP, en proceso de reconstrucción y como fuerza marginal en el Parlament, ya no está en disposición de condicionar nada. 

El PSC no esconde una cierta continuidad con el gobierno anterior de ERC, y ha tenido que acceder a las exigencias de ERC y Comuns en temas como la financiación singular y la vivienda. Pero la Cataluña del no a todo que se había hecho fuerte en los últimos años ya no tiene tanta influencia. Y además el gobierno puede imponer un cambio de rumbo en departamentos clave como Interior o Economía.

La derecha constitucionalista también cuenta con pocos diputados, veinticinco, y además PP y Vox compiten por un mismos espacio. El PP quiere hacer valer sus quince diputados para tener incidencia en la política catalana, pero de momento solo pueden aspirar a liderar la oposición. Vox, limitado por los cordones sanitarios, se conforma con utilizar los pocos espacios que tiene para lanzar mensajes simples y efectivos a la ciudadanía en temas como seguridad e inmigración.

Alejandro Fernández hablando en un podio con micrófonos en el Parlament de Catalunya

Esta ha sido la legislatura en la que ha irrumpido una nueva fuerza, Aliança Catalana, que igual que la CUP está limitada por su número de diputados (solo dos). Aun así, la novedad de su discurso y el carisma de Sílvia Orriols hace que sus intervenciones suelan ser siempre las que más seguimiento tienen. En el último debate de política general, su intervención fue la que más ínide de audiencia tuvo.

Polarización ideológica

Esta legislatura ha marcado un cambio radical respecto a las anteriores. Por un lado, ha desaparecido la tensión política que se había instalado en el Parlament con broncas continuas y una guerra continua que dificultaba mucho la acción parlamentaria. Por otro lado, el eje nacional que ha marcado la política catalana en la última década se ha desplazado al eje izquierda-derecha, aunque esto no ha reducido la polarización.

Hasta ahora, con todas sus diferencias, Junts, ERC y la CUP formaban un bloque compacto, el independentista, mientras que PSC, PP, Vox y Comuns formaban otro bloque, el constitucionalista. Ahora PSC, ERC, Comuns y la CUP forman un bloque, el de la izquierda, mientras que Junts, PP, Vox y Aliança Catalana forman otro bloque, el de la derecha. Aunque algunos plantean que en realidad existe el bloque procesista (PSC, ERC, Comuns, Junts y la CUP) y el resto de partidos (PP, Vox y Aliança Catalana).

Lo que se ha evidenciado estos primeros cien días es que el PSC tiene la legislatura garantizada si sabe explotar la necesidad de ERC y los Comuns. Pero también que los bloques siguen muy compactos y que la intransigencia se ha impuesto a la transacción impidiendo que formaciones alejadas puedan llegar a acuerdos. Lo cual dibuja una legislatura con el sello de ERC y Comuns en las grandes leyes.

Aunque solo tiene 42 diputados, solo siete más que el gobierno en minoría de Pere Aragonès, Salvador Illa cuenta con una sólida estabilidad. Su prioridad ahora es apuntalar su alianza con ERC y Comuns, y seguir con su perfil bajo tratando de evitar cualquier crisis de gobierno.

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