Montaje con fotos de personajes
POLÍTICA

Vuelve Convergència i Unió

El apoyo de Jordi Pujol y Artur Mas a Carles Puigdemont coincide con el viraje ideológico y estratégico del Junts

De convergència i Unió a Junts per Catalunya pasando por CDC, el PDeCAT, Convergents, el PNC, Centrem i Lliures. Si algo no se les puede negar a los herederos de CiU es el camaleonismo demostrado coincidiendo con la reconfiguración del panorama político estos últimos años al calor del procés. Además de otros dirigentes como David Bonvehí y Marta Pascal, el líder de esta reconversión ha sido sin duda Carles Puigdemont.

Su candidatura para las elecciones del 12-M en Cataluña culminan este proceso con una clara intención, volver a las esencias de CiU. No es extraño que sus predecesores Jordi Pujol y Artur Mas hayan mostrado su apoyo explícito a la lista de Puigdemont. El primero de una forma más simbólica, el segundo con una presencia más visible en la campaña pese a la animadversión que genera en una parte importante del independentismo.

Cabe recordar que Artur Mas fue el primero en aconsejar a Carles Puigdemont que pactara con el PSOE, lo cual le valió los adjetivos de botifler y traidor. Es significativo pues que Puigdemont no solo no lo esconda sino que le de un lugar importante en esta campaña con muchas reminiscencias del viejo gen convergente. Junto a Artur Mas hay otras dos figuras que están llevando el peso de la campaña, y son dos pujolistas reconocidos como Jordi Turull y Josep Rull.

La importancia de conectar con el pasado

Aunque puede parecer contradictorio, para Carles Puigdemont es muy importante conectar las esperanzas del futuro (su retorno, el referéndum, la independencia) con el pasado. No fue así durante el procés, en el que Junts parecía querer desprenderse de todo el lastre del pujolismo que era identificado con el pactismo en Madrid. Ahora no solo no reniegan de su vuelta al pujolismo, sino que sacan pecho por el hecho de ser decisivos en Madrid y volver a tener la sartén española por el mango.

Estos últimos días han llamado poderosamente la atención las proclamas de uno de los alcaldes de Junts en el Maresme, Òscar Fernández, en un acto de campaña en Argelers (sur de Francia): “La solución es tener fuerza en Madrid como tiene Junts per Catalunya, para legislar y condenar la multirreincidencia como toca. Por lo tanto, no tengáis miedo de votar a Junts, porque nosotros tenemos la fuerza en el Congreso de los Diputados”.

Hace apenas unos meses (antes de las elecciones del 23-J) era impensable escuchar algo así de labios de un juntaire. La explicación está en que ahora Junts necesita diferenciarse del procesismo (ERC) para presentarse como el partido del orden y la gestión eficiente que devolverá Cataluña a la senda del progreso. Esto le permite también competir con Aliança Catalana en el terreno del discurso antiinmigración y contra la inseguridad.

Pragmatismo para salvar las contradicciones

Una impugnación al modelo migratorio y la gestión de la seguridad que ha hecho Esquerra, y al mismo tiempo un proyecto netamente independentista que conecte con los años felices del nacionalismo conservadores. Este es el espíritu que ha intentado imprimir Puigdemont para completar su giro a la derecha. Las contradicciones son evidentes, sobre todo por la dificultad de vincular el pujolismo con el independentismo radical, pero a estas alturas el capitán del barco ha priorizado el pragmatismo.

Por otra parte, esto explica también el hecho de que Carles Puigdemont necesita más que nunca a Pedro Sánchez por mucho que reniegue de él en campaña. Sánchez es la persona que justifica su estrategia, consistente en resaltar su influencia en Madrid como prueba del algodón de su capacidad para cambiar las cosas. Junts seguirá siendo determinante mientras Sánchez resista, pero si cae el Gobierno y el PP llega al Gobierno de la mano de Vox todos sus planes quedarán arruinados.

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