Agustí Colomines, el diputado que quiso dar una lección y terminó con una querella
El historiador tuvo sus quince minutos de gloria durante la constitución del Parlament, el pasado lunes
Agustí Colomines, historiador y diputado de Junts en la legislatura que ahora arranca, tuvo el pasado lunes sus quince minutos de gloria. Sus 66 años le llevaron, como diputado más longevo, a ocupar la presidencia de la mesa de edad encargada de dirigir la sesión constitutiva del parlamento. Lo aprovechó para soltar una perorata nacionalista en la que cargó contra los jueces españoles y comparó 1939 con 2017.
Pese a lo aleatorio de su cargo momentáneo, Colomines quiso dar una lección al más puro estilo del nacionalismo catalán. Defendió el derecho a decidir, caracterizó Cataluña como un pueblo oprimido, y puso el referéndum catalán como “ejemplo de cómo la democracia puede ser un vehículo de expresión de la voluntad popular”. Desde su púlpito advirtió contra “el populismo y la demagogia”, y que “aún estamos viviendo las consecuencias de la represión y la aplicación del artículo 155”.
Su discurso recurrió a la maniquea contraposición de España como polo del autoritarismo y Cataluña como centro de la democracia. Y acabó con una retahíla de lugares comunes más propia de un mítin político que de un discurso de apertura del curso parlamentario. Colominas tuvo premio, y esa misma noche pasó por el plató del Més 3/24 invitado por Xavier Graset, cerrando así su ciclo virtuoso de 24 horas.
Pero quién es Agustí Colomines, cuál ha sido su evolución política y su contribución a la historiografía nacionalista catalana, y cuál es su mancha en el expediente.
Historiador nacionalista
Dijo una vez Marta Ferrussola que “nuestra fe se alimenta con la lectura de los evangelios, y nuestro nacionalismo se alimenta con nuestra historia”. No cabe duda de que el revisionismo histórico ha sido, junto a la lengua, el motor del nacionalismo catalán moderno. Agustí Colomines forma parte de la generación de historiadores que después de la transición se entregó en cuerpo y alma al uso de la historia como elemento justificativo del nacionalismo catalán.
A través del estudio de momentos clave de la historia catalana como las Bases de Manresa (1892) y la Mancomunitat (1914-1925), contribuyó a alimentar los mitos que colonizan la historiografía catalana al servicio del nacionalismo político y social. Aun así se define como un outsider, critica la historiografía catalana militante, y defiende la historia como una herramienta para conocer el pasado y transformarlo. Quien lo diría, escuchando su discurso en el Parlament hablando del maltrato persistente de España a Cataluña y trazando todos los mitos mentales del nacionalismo catalán.
De Bandera Roja a Convergència
Para entender mejor su figura basta con trazar su trayectoria política de Bandera Roja al nacionalismo conservador, hasta convertirse en intelectual orgánico del Procés.
“Yo milité en Bandera Roja y el PSUC, pero me di cuenta de que el valor de la libertad y la democracia estaba por encima de una ideología que cuando se ha aplicado ha sido un desastre monumental”. Así hablaba en una entrevista reciente sobre su pasado ideológico. En 2007 asumió el cargo de director de la Fundación Catalanista y Demócrata, vinculada a Convergència Democrática de Catalunya.
En 2016 fue nombrado director de la Escuela de la Administración Pública de Cataluña, cargo del que fue cesado tras el referéndum por el artículo 155. En diciembre de 2017 integró la coalición electoral Junts per Catalunya encabezada por Carles Puigdemont, y ya montado en la ola del Procés, registró el partido Moviment 1 d’Octubre. Su intención era trasladar el fervor independentista de la calle a la política, apelando a la unidad.
Su rápido proceso de radicalización le llevó a asumir el encargo de Carles Puigdemont y Quim Torra de organizar la Crida Nacional per la República. Entonces dijo que “en todas las independencias del mundo ha habido muertos”, y que la “ingenuidad” de los catalanes había consistido en querer hacerlo “sin ningún muerto”. Colomines completó su evolución política con su elección como diputado de Junts+ el pasado 12 de mayo, momento que coronó con el discurso del pasado lunes.
La mancha en el expediente
Pero Agustí Colomines, el diputado que quiso dar una lección en el Parlament, tiene también una mancha. Por encargo de Artur Mas presidió la Fundació Trias Fargas, que fue rebautizada como CatDem al destaparse que se había beneficiado del saqueo del Palau de la Música. “No daba tantas lecciones cuando firmó el convenio para devolver el dinero que CiU había robado al Palau de la Música”, decía un tuit esta semana.
Pese a querer dar lecciones de democracia a los demás, el diputado podría tener que acabar rindiendo cuentas ante la justicia. Vox ha anunciado dos querellas contra los dos miembros de la mesa de edad (Agustí Colomines y Mar Besses) que aceptaron la delegación del voto, y pedirán un recurso de amparo al Tribunal Constitucional.
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