Del ‘no’ a Sánchez a un acuerdo inminente: el giro radical de Puigdemont en 3 meses
Junts ha pasado de una contundente oposición al gobierno de Sánchez a un acuerdo que va a oficializarse en los próximos días
Aunque no se ha anunciado de forma oficial, desde esta semana se da por hecho el acuerdo de investidura de Pedro Sánchez con Junts. Según toda la información publicada al respecto, Puigdemont y Sánchez ya han alcanzado un pacto que podría hacerse público en los primeros días del próximo mes. Hoy por hoy, coge fuerza la opción de que Sánchez pueda ser investido la semana del 13 de noviembre.
El calendario que manejan las partes implicadas, tras semanas de herméticas negociaciones, arranca el 1 de noviembre. Sánchez pretende dejar pasar la fecha del 31 de octubre, cuando la Princesa Leonor cumplirá 18 años y jurará la Constitución ante las Cortes. A partir de entonces, se sucederán los acuerdos con ERC, el PNV, Bildu, el BNG… y también Junts.
El ‘no’ rotundo de Puigdemont antes de las elecciones
Con el pacto, se pondrá punto final al giro radical de Carles Puigdemont en cuestión de tres meses. El expresidente catalán, actualmente eurodiputado, ha exhibido en los últimos años su rotunda oposición al gobierno liderado por Pedro Sánchez. Es la línea que Junts, su partido pese a no ocupar ningún cargo orgánico, mantuvo durante la anterior legislatura en el Congreso: ‘no’ a todo.
La postura de Junts no varió durante la campaña electoral, en pleno verano. “Junts per Catalunya no puede hacer presidente a Pedro Sánchez”, aseguraba, con toda contundencia, la candidata y líder del partido en el Congreso, Míriam Nogueras, en una entrevista en Vilaweb. No era un verso suelto: el resto del partido estaba en línea con esta consigna… que llegaba des de Waterloo.
Carles Puigdemont, que dejó la presidencia del partido en mayo de 2022, continúa en la práctica al mando de la formación. Pese a sus esfuerzos en negarlo en las pocas entrevistas que concede a los medios de comunicación, el expresidente catalán es quien lleva el timón de la estrategia de Junts.
A una semana de los comicios, Puigdemont afirmó, claro y meridiano en una entrevista en el Diari Ara: “Sánchez no será presidente con los votos de Junts”. “En cuanto a Cataluña, la diferencia es que el PSOE opera con anestesia y el PP sin, pero ambos amputan”, añadía.
23-J, la noche que lo cambió todo… incluso a Puigdemont
Los resultados electorales del pasado 23 de julio son ampliamente conocidos: Pedro Sánchez depende del beneplácito de Junts para revalidar la presidencia. Esa misma noche, Puigdemont publicaba en la red social X un mensaje que parecía mantener su oposición a Sánchez.
“Junts no debe nada a nadie más que a sus votantes”, advirtió. Y añadió que “por eso no votamos la investidura de Pedro Sánchez, ni sus presupuestos, ni sus reformas-trampa; por eso no estuvimos en la farsa de la mesa de diálogo, ni pactamos los indultos”. Pero pocos días después, con los resultados definitivos en mano, podía empezar a intuirse un cierto viraje.
En otro mensaje en X, Carles Puigdemont ponía el acento en el hecho de “tener la llave” y pedía “discreción”. Se mostraba muy contundente con el PSOE, pero a su vez abría para sí mismo cierto margen de maniobra. Puigdemont obviaba el ‘no’ a Sánchez, que había quedado abandonado definitivamente la noche del 23 de julio.
Pocas semanas más tarde, en pleno mes de agosto, llegaba el primer acuerdo PSOE-Junts. Los siete diputados de Puigdemont permitieron a la socialista Francina Armengol ser presidenta del Congreso. Un voto anticipado a la oficialización del catalán en la cámara y también en la Unión Europea, precio, este último, que aún debe el Gobierno.
Puigdemont pasa del ‘no’ a establecer condiciones
Si hasta entonces habíamos oído a un Puigdemont nítidamente contrario al pacto, la apertura del nuevo curso confirmó el giro. El ‘expresident’ pronunció una conferencia en Bruselas desde la que abrió la posibilidad de un pacto que, eso sí, “debe ser histórico”, en palabras suyas. La premisa para el acuerdo es de sobras conocida: una ley de amnistía para todos los encausados del procés y que, en consecuencia, permita su vuelta a España en libertad.
Se trata de un precio elevado que Sánchez está dispuesto a abonar y que, de hacerlo, provocaría lo que hace escasas semanas parecía imposible: Junts votando su investidura. Desde la conferencia de Puigdemont, la discreción se ha apoderado de su entorno más cercano. El eurodiputado de Junts no ha aparecido en los medios, pero hace notar su posición clave a través de las redes sociales.
Puigdemont vuelve a liderar Junts pese a que, como apuntábamos, ya no ocupa ningún cargo de partido. De hecho, el eurodiputado copa todo el protagonismo y la presidenta de la formación, Laura Borràs, y su secretario general, Jordi Turull, están completamente desaparecidos del foco informativo. El ‘expresident’ actúa, en definitiva, como el único líder estratégico del partido que, paradójicamente, renunció a dirigir hace algo más de un año.
Las negociaciones entre Puigdemont y Sánchez, a punto de caramelo
En septiembre fue Alberto Núñez Feijóo quien tomó el protagonismo de una investidura fallida desde el primer minuto. Pese a intentos de acercamiento a Junts por parte de sectores del PP, Feijóo no pudo siquiera intentar un diálogo. Su posición interna es todavía demasiado inestable como para una maniobra que hubiera levantado importantes ampollas en Génova.
Tras su fracaso y el nombramiento de Pedro Sánchez como candidato, se iniciaron las negociaciones, que han destacado por su profunda discreción. Casi nada se ha sabido de unas conversaciones que parecen encarar su recta final y que, a falta de confirmación oficial, contarían ya con un principio de acuerdo entre partes.
Ni la consulta —con una participación ínfima— del Consell per la República, que preside él mismo, impedirá a Puigdemont sellar un acuerdo que es inminente. Su reciente silencio al respecto en las redes sitúa toda la atención en un pacto que espera salir a luz en pocos días. Será la confirmación de un giro radical: de la negativa a todo a un encaje de manos que, a su vez, encaje también la investidura con la amnistía.
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