Los tres errores garrafales del PSC con TV3
Ya percibí que Illa era de poner la otra mejilla
El colega Sergio Fidalgo cometió el error de invitarme el pasado lunes a la presentación de su último libro.
El director de elcatalan.es lleva una docena de volúmenes publicados.
Yo, sus obras completas -que abarcan desde las patatas bravas a su amado Espanyol-, las tengo casi al lado de las de Proust y de Joyce.
Sergio es una máquina haciendo libros.
Solo sobre TV3 lleva tres.
El último es Otra TV3 es posible, que se añade al de 50 hazañas de TV3 y el del El tamborilero del Bruc del procés.
A ello hay que añadir la dirección de un digital como elcatalán.es -en el que la Generalitat no pone ni un duro- la pesidencia del grupo periodístico Pi i Maragall -que siempre he sospechado que son cuatro y el gato- y las colaboraciones en Okdiario, Periodista Digital, El gato al agua y Distrito TV.
La tesis de su última obra es que hay que cerrar la cadena para “refundarla de nuevo”.
A mí me parece una tarea titánica. Sobre todo porque se creó por ley (1983).
Aprobada por unanimidad, por cierto. Fue de las primeras cosas que hizo Pujol junto a la Ley de Normalización Lingüística.
Pero, como me dijo en una entrevista, él cree que “todavía es posible” porque si declararon la República “saltándose todas las normas” también se puede refundar la cadena.
Yo soy más pesimista.
De hecho, en el coloquio posterior, el maestro Miquel Giménez y yo coincidimos en el diagnóstico: TV3 no tiene arreglo.
Quizá lo mejor sería la propuesta del colega Ramón de España: Que se la paguen ellos. Un Netflix indepe. A ver si aguantan el ritmo de gasto.
Aunque yo creo que la culpa de todo no es solo de ERC o de Junts sino también del PSC.
En efecto, los socialistas catalanes han cometido tres errores garrafales con TV3.
Pese a que en el acto solo dije dos porque había dos históricos como Joan Ferran y Bernardo Fernández sentados en primera fila y no quería amargarles la tarde.
El primero fue excluir la cadena del 155. No sé si a iniciativa de Miquel Iceta o de José Zaragoza.
Y ya sé que intervenir un medio de comunicación canta. Pero TV3 ya no era información, era propaganda pura. A todas horas y en todos los formatos.
Eso -y la condición de Ciudadanos de convocar elecciones a los seis meses- permitió aguantar el relato durante ese breve período de tiempo.
Presentarse como víctimas.
Hasta salió una vez Vicent Sanchis, no sé si por el FAQS, porque esperaban que llegara la Guardia Civil en cualquier momento.
A ser posible a caballo y con tricornio. Como en el cuadro de Ramon Casas.
A ver si la podían retransmitir en directo. Rumor infundado, claro.
El segundo error fue una entrevista de Salvador Illa en El Periódico en abril del año pasado en la que consideraba que TV3 y Catalunya Ràdio merecían una segunda “oportunidad”.
“¿Otra?”, pensé.
Ahí ya percibí que Illa era de poner la otra mejilla.
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