Primer plano de Pedro Sánchez en su escaño del Congreso bebiendo un vaso de agua
OPINIÓN

Pedro Sánchez deja claro que no tiene proyecto

Su principal objetivo es, básicamente, seguir en el poder a toda costa


Pedro Sánchez ya ha expuesto en el Congreso de los Diputados su proyecto para la próxima legislatura. Más bien, su no-proyecto. O, a lo sumo, el proyecto de Yolanda Díaz. El futuro presidente del Gobierno ha comprado el discurso de la líder de Sumar, hablando de progresismo y avances sociales. A falta de programa propio, ha optado por copiar las consignas de su principal socio.

Todo ello, con varias promesas muy llamativas. Que si mantener la rebaja del IVA, que si transporte gratis para jóvenes, parados y jubilados… Unas promesas que no se sabe exactamente cómo se van a pagar. Bueno, sí, utilizó el comodín de “subir los impuestos a las empresas y a los más ricos”. Algo que ya veremos si ocurre. Y ya veremos si es viable. Porque puede promover dos cosas: que los empresarios y autónomos se cansen de pagar sus fiestas y que los que puedan, se lleven su capital fuera de España, como ya han hecho algunas de ellas.

Eso sí, entre tantas promesas, ni rastro de los ajustes y recortes que pide la Unión Europea. Y que tarde o temprano tienen que llegar. Pero claro, esto no tocaba hoy, a pesar de que será una de las cuestiones más importantes y que afectará de lleno al transcurso de esta legislatura.

En cualquier caso, si al final no puede cumplir algunas de las promesas que ha hecho hoy, no pasa nada. Dirá que ha cambiado de opinión y ya está. Porque, recuerden, Pedro Sánchez no miente nunca, solo cambia de opinión.

Plano medio de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz de perfil, mirándose fíjamente y sonriendo. Yolanda Díaz coge del hombro a Pedro Sánchez mientras le da una muestra de cariño con la mano en la mejilla

La otra parte del discurso de Pedro Sánchez -más de la mitad de su intervención- ha tenido como protagonista el miedo a la “ultraderecha” y a los “reaccionarios” que tienen una “deriva trumpista”. Su argumento para convencer a los españoles es que su proyecto no es el del PP y Vox. Una especie de “como ellos son los malos, yo soy el bueno”, sin profundizar mucho más. 

En eso basó su campaña y en eso parece que también basará la legislatura. Y no es de extrañar. La idea de que, por malo que sea, es la única alternativa a PP y Vox, la han comprado incluso PNV y Junts, que parecen estar más que cómodos dentro del bloque progresista, aunque sea a costa de traicionar algunos de sus principios.

Finalmente, escuchar a Pedro Sánchez hablar de “convivencia” y “estabilidad” o pedir “coherencia” y también “no a la confrontación”, parece una broma de mal gusto. Tiene a medio Congreso en pie de guerra, a tres cuartos de judicatura en contra y las empresas en alerta, mientras las calles siguen ardiendo con protestas constantes. Si ahora España no tiene estabilidad, ni hay convivencia y se vive en constante confrontación, quizás es precisamente por su falta de coherencia.

Pero ya ha quedado claro que a él todo esto le da igual. Por un lado, toda esta división le sirve para seguir señalando y culpando a sus rivales políticos. Y seguir también con la idea de que, más allá del PSOE, todo es antidemocrático. Y por el otro, su principal objetivo ya se ha cumplido: seguir en Moncloa a cualquier coste. Al fin y al cabo, en esto se basa realmente su no-proyecto.

En el otro bando tenemos a un Alberto Núñez Feijóo que ha sido capaz de poner contra las cuerdas a Pedro Sánchez con una intervención sin estridencias. Al fin y al cabo, el discurso de Sánchez es plano, previsible y fácilmente desmontable. Sorprenden todavía los complejos de Feijóo a la hora de admitir que es de derechas. Imagínense el rapapolvo que habría sufrido el líder del PSOE si delante tuviera a perfiles más contundentes y desacomplejados como el de Isabel Díaz Ayuso o Alejandro Fernández. Tiempo al tiempo.

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