Imagen con Anna Gabriel Jordi Sanchez Oriol Junqueras Jordi Cuixar y Carles Puigdemont con un desierto en primer plano
OPINIÓN

Lo que quedó del procés

Tantos años de proceso separatista no se acaban de un plumazo, pero el independentismo da claras señales de agotamiento

Las recientes elecciones al Parlament de Cataluña han marcado un punto de inflexión en la política catalana. Por primera vez en cuatro legislaturas, el independentismo no suma una mayoría absoluta. Esto claro indicador de un cambio de prioridades a la hora de votar: Cataluña vuelve a su particular bipartidismo, la “sociovergencia”.

El proceso, iniciado en 2012, ha sido un periodo de alta tensión política y decadencia económica y social. La DUI de 2017, aunque simbólica, desencadenó una crisis sin precedentes. El desafío separatista fracturó por completo la sociedad catalana y se olvidó de sus problemas reales.

Las tensas relaciones con el Gobierno de España, especialmente durante los años de Mariano Rajoy, se suavizaron parcialmente con la llegada de Pedro Sánchez. Porque el separatismo solo está tranquilo mientras no encuentra oposición y tiene dinero para seguir viviendo del cuento victimista.

La factura tras la fractura

Pero el catalán no perdona, y el pasado domingo 12 de mayo llegó la hora de pasar la factura al independentismo institucional. Por un lado, Junts quedó muy lejos de su objetivo de obtener la victoria sobre el PSC de Illa. Por otro lado, los antisistema de la CUP se vieron relegados a un papel totalmente irrelevante.

Mención especial merece el batacazo de ERC, que se ha dejado un tercio de sus diputados y, con toda probabilidad, quedará fuera del próximo Govern. Cientos de cargos republicanos con sueldos mínimos de 70.000 € al año quedarán huérfanos de nómina y privilegios.

Van a probar su propia medicina. Les deseo suerte para encontrar un empleo decente en la Cataluña decadente que nos han dejado con sus políticas liberticidas.

No se puede mentir a todo el mundo todo el tiempo. Si me pusiera en la piel de un votante de ERC, yo también me sentiría estafado por el partido. Porque la gestión del Govern ha sido un cúmulo de despropósitos y porque no puedes ser un apoyo del Gobierno del supuesto "estado opresor".

Esto es algo que entendió bien Junts per Catalunya, a juzgar por sus resultados en las últimas elecciones generales del 23J. También el PSC, que lleva meses mintiendo a sus votantes, estén o no a favor de la amnistía y los pactos infames de Sánchez.

¿Un tiempo nuevo?

Las recientes elecciones han dejado claro que Cataluña ha decidido, por primera vez en una década, que no es mayoritariamente independentista, aunque sí nacionalista. Este resultado no solo refleja un cambio político, sino también un deseo de estabilidad. La sociedad catalana ha demostrado que está lista para pasar página.

Pero aunque esto que suena muy bonito y esperanzador, no debe ser excusa para olvidar. La situación en la que -todavía- está sumida Cataluña no es responsabilidad de dos partes que comparten culpa, sino de una casta de delincuentes que se creen intocables.

Debemos ser los propios catalanes quienes les recordemos que no lo son, y que si de nosotros depende, pagarán por lo que nos hicieron. Yo estoy dispuesto a perdonar, si antes ellos pagan por sus actos, que fueron conscientes, informados y voluntarios.

Cataluña ha hablado, y el mensaje es claro: es tiempo de mirar adelante, trabajar juntos y encontrar soluciones reales a problemas reales. El fin del procés no significa el fin de los sueños de muchos, pero sí un llamado a la confrontación sana de ideas.

Bendito sea el momento en que Cataluña vuelva a hablar de izquierda y derecha, y no de la medida en que somos catalanes en función de nuestro voto.

➡️ Opinión

Más noticias: