Presidente de la COP28 Sultan al-Jaber habla con un micrófono
OPINIÓN

La cumbre del clima y el “acuerdo histórico” de Dubái

Si hay algo verdaderamente histórico en la COP de este año es que se ha batido el récord de emisiones en una cumbre climática

Escribo estas líneas tras la publicación del acuerdo finalmente rubricado en la cumbre climática de este año. La vigesimoctava Conferencia de las Partes (llamada COP, por sus siglas en inglés) se cierra de forma parecida a las 27 anteriores: anuncios grandilocuentes, alharacas y aspavientos, ¿pero estamos frente a más o de lo mismo, o ha habido alguna novedad real?

Las COP, recordemos, son el principal instrumento internacional para lograr acuerdos globales que limiten las emisiones de CO₂, y el consumo de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón). Se trata, por tanto, de la principal herramienta para poner coto al problema del cambio climático. 

Quienes venimos siguiendo las COP desde hace años, solemos esperar estas reuniones con cierta dosis de optimismo al principio. Una sensación que va desapareciendo con el paso de los días, y que finalmente se transforma en frustración al cierre, cuando se confirma que los acuerdos alcanzados han sido escasos, o nulos. Aunque lo cierto es que la COP de este año ha sido diferente.

Presidente de la COP28 Sultan al-Jaber habla con un micrófono

Golpes de efecto en los primeros días

Los objetivos de la COP esta vez ya estaban claros incluso antes de empezar. El 28 de noviembre, dos días antes de la apertura de la cumbre, la BBC filtró unos documentos que mostraban como el objetivo de Emiratos, el país anfitrión, era firmar nuevos acuerdos comerciales para aumentar su negocio de gas y petróleo. Se filtraron acuerdos con China para colaborar en proyectos de gas licuado en África, y contratos que se pretendían establecer con Alemania, Colombia o Brasil, entre otros países, también sobre negocios relacionados con distintos combustibles fósiles. 

La organización reaccionó rápido a estas filtraciones, buscando un golpe de efecto ya en el primer día de la reunión. Fue entonces cuando se anunció un paquete de medidas para compensar por los daños y pérdidas derivados del cambio climático a los países del sur global. 

En realidad, este compromiso era una vieja aspiración que ya se había acordado en la COP15, celebrada en 2009 en Copenhague. El acuerdo de Copenhague contemplaba la aportación, por parte de los países desarrollados, de 100.000 millones de dólares anuales. La novedad de este año radica en que, finalmente, se creó el fondo prometido hace casi 3 lustros. La propuesta aprobada es mucho más tímida que la de Copenhague, porque el fondo tiene carácter voluntario. Tendremos que esperar a la implementación de este sistema para conocer la cifra aportada real, pero seguramente tendrá uno o dos ceros menos de los inicialmente acordados.

Esta COP fue distinta de las anteriores, por tanto, porque ni tan siquiera en sus inicios se apreciaban señales para el optimismo. 

Grupo de participantes de la COP28 con el puño arriba y uno de ellos haciendo una fotografía con el teléfono

Los acuerdos históricos

El acuerdo final, firmado como siempre en el tiempo de descuento, incluyó la promesa de realizar una transición energética que nos aleje (transition away) de los combustibles fósiles. Algunos lo consideran un hecho histórico, y otros como un acuerdo insuficiente. Considerando que llevamos 28 COPs con promesas incumplidas, no logro vislumbrar ningún motivo para pensar que esta vaya a ser diferente de las demás. 

En la COP21, de 2015, se aprobaron los históricos Acuerdos de París, donde los firmantes se comprometían a no rebasar los 2 °C de calentamiento, una meta que queda cada vez más lejos. Los lectores más veteranos recordarán la COP3, que dio lugar al histórico protocolo de Kyoto en 1997, y que acabó siendo un estrepitoso fracaso. O las también históricas Cumbres para la Tierra, celebradas en 1972 en Estocolmo y en Río de Janeiro en 1992. Las reuniones COP actuales son en realidad herederas de Río, que es donde se establece el mecanismo de la ONU que organiza las COP. 

Las COP, hasta ahora, han servido para poco más que la promoción turística de la ciudad. De hecho, más de 80.000 personas han estado estos días en la fiesta de la COP dubaití. Se trata de una cifra récord que indica, para más inri, como esta ha sido la COP con una mayor huella de carbono. Si hay algo verdaderamente histórico en la COP de este año es que se ha batido el récord de emisiones.

Todo parece indicar que hasta que no salgan los números a corto plazo, seguiremos quemando combustibles fósiles sin reparar en las consecuencias de nuestro modelo energético para el futuro de nuestros hijos ni de nuestros nietos. Lo único que está demostrado a día de hoy es que las emisiones de CO₂ siguen sin bajar. 

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