De cuando la izquierda catalana canta el fum, fum, fum
Todo lo relacionado con las prisiones siempre llama la atención
Todo lo relacionado con las prisiones siempre llama la atención. Suponemos que por ese morbo de querer ver qué ocurre en la cámara oscura observando por el ojo de la cerradura…
Sin embargo, esta vez no fue necesario recurrir a la pequeña rendija de un cerrojo para descubrir lo inverosímil que puede llegar a ser todo lo que rodea al ámbito penitenciario. La escena que describimos no tuvo lugar al otro lado de muros y alambradas de las cárceles, sino durante un reciente Pleno de diputados en el Parlamento de Cataluña.
Hace pocos días, el PP presentó una moción con diversos puntos, todos ellos relacionados con cuestiones penitenciarias, para debatir y votar. Uno de los puntos, cabe señalar, se descartó por sí solo, ya que excedía con creces el marco legal vigente, como la Ley Orgánica General Penitenciaria y el Real Decreto que aprobó el Reglamento Penitenciario. Los demás puntos incluidos en la moción eran menos incisivos: presentación de un plan de formación para el personal penitenciario, evaluación de las necesidades en medios materiales, limitaciones para internos con delitos de sangre en determinados puestos de trabajo, impulso para reconocer a los cuerpos penitenciarios como agentes de la autoridad, denuncia ante los juzgados de instrucción de todos los posibles ilícitos penales contra funcionarios penitenciarios, entre otros.
Había dos cuestiones que interesaban especialmente a los señores/as diputados/as. En primer lugar, la creación de una comisión parlamentaria que investigara los errores cometidos en la prisión de Mas Enric, que permitieron que un desalmado acabara con la vida de la cocinera Núria, una clamorosa laxitud institucional ya denunciada por el sindicato de agravios hace cinco meses. En segundo lugar, la moción proponía que el Acuerdo de condiciones laborales firmado por la administración con cuatro sindicatos fuera refrendado por la plantilla de trabajadores.
Vamos al primer punto: debatir y votar sobre la creación de una comisión parlamentaria que estudiara qué falló para que un asesino condenado volviera a ensañarse con una mujer, en este caso una trabajadora. El Parlamento, entre otras funciones, supervisa la acción de gobierno. En este caso, esta acción fue claramente errática.
Actualmente, no hay ningún procedimiento legal abierto, ya que la vía penal concluyó que el asesinato fue cometido por un interno. Por lo tanto, este era un momento oportuno para que los diputados/as asumieran su mandato electoral y de servicio público para investigar los hechos y las circunstancias.
Es sabido que el caso de Núria incomoda a sus señorías. De hecho, el mismo Parlamento se mostró indiferente ante su asesinato, ya que ni siquiera dedicaron un minuto de silencio en la noble institución.
En esta época de redes sociales, apenas leímos tuits de condolencia por parte de los diputados/as. Se esperaba que con la moción existiera, al menos, un ejercicio de reparación. Pero la memoria histórica es selectiva, ¿verdad, conseller?
Así vemos que no, no fue así. Y la propuesta de crear una comisión se desvaneció, al menos temporalmente. Cabe señalar que la iniciativa parlamentaria no recibió un rechazo unánime en el pleno.
Pero, en lo que debería entenderse como un acto de decencia parlamentaria y de identidad de los partidos de izquierda, todos ellos votaron en bloque en contra. Las izquierdas (PSC, ERC, Comuns y CUP) traicionaron la integridad moral y traicionaron a una trabajadora. Los motivos no les faltaron: equilibrios de gobierno y políticas que, muy probablemente, a Núria no le importarían lo más mínimo.
El segundo punto de interés de la moción trataba sobre que el Acuerdo de condiciones laborales del personal penitenciario fuera refrendado por la plantilla. Un simple ejercicio democrático para devolver la soberanía a los afectados.
No debería haber mejor foro para promover el debate y el sufragio que un Parlamento. Especialmente cuando, en teoría, a las izquierdas les entusiasma el movimiento y la acción asamblearia.
Es relevante destacar que este acuerdo de condiciones laborales se consiguió de manera bastante grotesca. Se firmó de madrugada, apenas 15 minutos antes del inicio de la campaña electoral a la Presidencia de la Generalitat de Cataluña, en mayo, y en el contexto de una huelga del sector promovida por sindicatos afines y sin ningún, NINGÚN, seguimiento por parte de las plantillas.
Una negociación y resolución en el marco de un comité de huelga o “de crisis de gobierno” que nunca explicó qué se negociaba. Así fue como ocho sindicalistas, a escondidas, decidieron las condiciones laborales de unos 4.500 trabajadores, a pesar de que, posteriormente, como consta en la conselleria de Espadaler, la mitad de las plantillas de prisiones rechazaron el Acuerdo en una recogida de firmas. ¡Olé tú!
Volvamos al Parlamento. Una vez más, el hemiciclo se pronunció y repitió idéntico resultado. Por segunda vez, las izquierdas “progresistas” en bloque (PSC, ERC, Comuns y CUP) actuaron como fuerzas conservadoras y vetaron que los trabajadores decidieran libremente sobre la validez de un Acuerdo cuestionado.
Parecía un día propicio para traiciones a la base y a la clase, excepto si entendemos por clase y base a los propios sindicatos. Probablemente, antes de enfrentarse a burlas y humillaciones, ejercieron su discreta influencia para evitar que entre “hermanos bomberos” se pisaran la manguera.
Al final, la sesión del Pleno del Parlamento sucumbió a la invitación del Presidente de la cámara. Una cantata navideña por parte de algunos diputados en las escaleras del hemiciclo cerró el pleno y el año parlamentario con expresos deseos de felices fiestas.
Mientras tanto, ni el asesinato de Núria ni el colectivo de trabajadores de prisiones encuentran refugio en tan distinguida institución. ¡Fum, fum, fum!
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