El colapso del Barça, otro síntoma de una Cataluña al límite
Debemos asumir que el FC Barcelona ha llegado a un punto seguramente de no retorno y no es casual: es otra señal de una Cataluña que en una década ha cambiado mucho
El horizonte del FC Barcelona sigue siendo incierto. Joan Laporta celebrará este 17 de marzo tres años como presidente del club en su segunda etapa y la situación culer es mucho más complicada de lo que se podía imaginar. Si bien es cierto que el Barça ha rebajado su masa salarial, ha iniciado las obras del estadio y acabado con algunos de los contratos millonarios, la salud financiera de la institución sigue siendo preocupante.
No hay más: sale más dinero del que entra y aún hay palancas que no se han cobrado. El Barça sigue sin poder ir al mercado como lo puede hacer el Real Madrid y deportivamente Xavi ha salido rana. La actual Junta se lo jugó a una carta: hipotecar parte del patrimonio del club a cambio de poder hacer un equipo competitivo y volver a entrar en círculo virtuoso famoso. Creo que podemos afirmar que, lamentablemente, no ha sucedido y no hay más conejos en la chistera de Laporta.
Soy de los que creen que Jan lo ha intentado. Sin embargo, el colapso del Barça era y es tal que solo alguna decisión dolorosa lo puede salvar de una larga travesía en el desierto. Es lo que hay: la masa salarial casi no supera los 200 millones y -pese a rebajar más de 200 en tres años- sigue siendo un lastre casi imposible de superar. El FC Barcelona ha colapsado, fruto de una anterior directiva irresponsable y una moneda al aire actual que ha salido cruz.
Seamos realistas, el Barça de Xavi no ganará la Champions League y los ingresos de esta temporada seguirán siendo inferiores a los gastos. Si le sumamos importes impagados de partners y una Liga que no te dejará pasar ni una, deberíamos empezar a asumir que la situación actual es límite. La alternativa al ostracismo es dolorosa, aunque quizás no sea peor que tener a Víctor Font como presidente.
Un Barça al límite, una Cataluña colapsada
El Barça ha colapsado en una Cataluña que está al límite. Quizás no sea casual, la sensación de fin de una época en nuestra sociedad es compartida por muchos. Hace unos días alguien me explicaba -no recuerdo exactamente quién, pido disculpas- que tiene la percepción que en la Generalitat las cosas ya se hacen por inercia, sin demasiado sentido. Incapaz de solucionar aspectos básicos como la educación, la sequía o la seguridad, el Govern ha puesto el modo avión y sobrevive.
Algo parecido sucede en Can Barça. Incapaz de encontrar un camino correcto, se buscan socios debajo las piedras, se avala con patrimonio propio algunos fichajes y se intenta lo imposible. Asumámoslo, no hay más: la diferencia entre lo que entra y lo que sale es enorme y no cambiará a corto plazo. La única solución viable es varias ventas de jugadores. Y, aun así, deberíamos abonarnos a la suerte de acertar con fichajes, entrenador y competir contra clubs que llevan años haciendo bien -mejor, vaya- la cosas.
No sé por donde debe pasar el futuro del FC Barcelona. Desconozco si la única alternativa es la conversión en empresa privada o un modelo mixto. Lo que tengo claro es que el Barça que conocemos hoy mismo ha colapsado, como en cierto modo lo ha hecho Cataluña. ¿Se acuerdan del Govern dels millors o de la república dels somriures? ¿No les suena igual que cuando Bartomeu nos decía que él quería que el Barça fuera la NASA del fútbol?
Cataluña es ahora una comunidad al límite, con una administración, la Generalitat, que casi no tiene liquidez para pagar sus facturas. Y el Barça, un club que reza para quedar entre los cuatro primeros y encontrar algún árabe con dinero que ponga publicidad en las medias, si hace falta. Con lo que habíamos sido, que diría un amigo.
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