El drama más desconocido de Jordi Díaz, actor de TV3: 'Sentí un dolor...'
Jordi Díaz, famoso por su papel en 'El cor de la ciutat', ha revelado su drama más desconocido en una entrevista
Jordi Díaz, conocido por su papel en El cor de la ciutat, ha compartido en una entrevista con el Diari Ara una de las experiencias más duras de su vida. Un relato cargado de sufrimiento, superación y autodescubrimiento. En sus palabras, Díaz revela cómo una tragedia personal en 2015, marcada por la muerte de su madre.
El golpe más duro llegó cuando su madre falleció repentinamente a causa de un ictus mientras se encontraba en Málaga. Según relata el actor, la tragedia se vio agravada por una negligencia médica, ya que su madre pasó por cuatro hospitales diferentes en el mismo día sin recibir la atención necesaria.
El drama más desconocido de Jordi Díaz, actor de El cor de la ciutat
Este acontecimiento, tan inesperado como devastador, dejó una herida profunda en el actor. "Sentí un dolor inexplicable y me aferré al trabajo para salir adelante", confiesa Díaz. Sin embargo, la carga emocional fue tan grande que, aunque se dedicaba al teatro, no pudo evitar hundirse en un pozo de desesperación.
La situación se agravó con problemas físicos que comenzaron a manifestarse. Según cuenta, sufrió síntomas extraños como visión borrosa, orina pegajosa y un brazo con coloración extraña. Todo esto mientras luchaba con una depresión que lo sumió en un estado de absoluta apatía.
"Morirme me daba igual", explica, subrayando la gravedad de su crisis emocional. Finalmente, después de dos funciones de teatro, Díaz se dirigió al hospital de Can Ruti. Allí, tras una serie de pruebas, descubrió que tenía el azúcar a 950, un nivel alarmantemente alto que lo colocó al borde de un coma.
Jordi Díaz fue diagnosticado de trombosis y diabetes
El diagnóstico fue doble: trombosis y diabetes, enfermedades que llegaron a su vida en medio de un profundo vacío emocional. El actor describe cómo, durante esa etapa, se convirtió en una persona irascible, llena de impotencia por no haber podido estar al lado de su madre en sus últimos momentos.
"La tristeza sigue dentro de mí", admite. No obstante, también reconoce que la crisis de salud en Can Ruti le sirvió como un punto de inflexión. Fue allí cuando, por primera vez, se planteó si realmente quería seguir viviendo.
El camino hacia la recuperación no fue sencillo. Aunque en el trabajo se aferró a un monólogo en el teatro, las secuelas emocionales y físicas le impidieron avanzar de manera saludable. Además, la crisis económica que atravesaba lo dejó aún más vulnerable.
"Tuve una mala experiencia con un psicólogo y no quise volver a pedir ayuda", cuenta. La soledad se convirtió en su compañera de viaje, hasta que un día llegó Max, un perro que cambió su perspectiva de la vida.
"La alegría más grande que he tenido es Max", reconoce con una sonrisa. El perro, que llegó por casualidad, ha sido su gran apoyo en los momentos más oscuros. Actualmente, Díaz sigue lidiando con su depresión, pero ha aprendido a convivir con ella, aunque es consciente de que aún tiene mucho trabajo por hacer.
Sus declaraciones abren una ventana a la vulnerabilidad de una persona pública que, como todos, tiene sus propias batallas internas. La experiencia de Díaz es un recordatorio de que, detrás de cada rostro conocido, hay historias profundas de dolor, lucha y, sobre todo, de esperanza.
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