El crimen del pequeño Jonathan Vega, de 2 años: nadie sabe qué le pasó
Su cuerpo apareció seis meses después de su desaparición
El 27 de mayo del 2000, en el poblado Las Castellanas, de San Fernando de Henares, en Madrid, la familia Vega acude al cementerio de La Almudena. Es el cumpleaños de Marcelino Vega, un joven de 21 años que había fallecido un par de años antes en un accidente de tráfico.
Marcelino, junto a su mujer Rosa, tuvieron tres hijos. El mediano de los tres, de dos años y ocho meses de edad, se llamaba Jonathan Vega, aunque le llamaban ‘Yoni’. Marcelino, su padre, murió cuando él tenía unos pocos meses.
Una desaparición en extrañas circunstancias
Su tía decide llevarse a ‘Yoni,’ junto a tres de sus primos, al centro comercial para que el pequeño no vaya al cementerio. Sobre las cuatro de la tarde, la tía recoge unas fotos que se había hecho cuando se da cuenta de que Jonathan ha desaparecido.
La mujer agarró a los otros tres niños y se recorrió todo el hipermercado buscando al pequeño Jonathan, pero no había ni rastro del niño. La familia Vega recorrió el centro comercial y todos los alrededores buscando al pequeño rubio de ojos azules.
La Policía Nacional se unió a la búsqueda esa misma noche tras interponerse una denuncia por desaparición. Los bomberos que se sumaron a la búsqueda la mañana siguiente recorrieron los ríos de la zona buscando al menor, pero nada llevaba a él.
Los investigadores descartaron la posibilidad de que el niño se perdiera solo y quedara atrapado bajo los juncos de la ribera del Jarama, o por los escombros de las obras de la M-45.
La Policía Nacional revisó las cámaras de seguridad, pero no encontraron nada que pudiera decirles quién se llevó a Jonathan. Una testigo, afirmó que vio como un hombre alto y moreno, le daba al niño una bolsa de caramelos y lo subía a una atracción infantil. Acto seguido se lo llevó.
"Rubio y con los ojos azules..., a mi ‘Yony’ se lo llevaron porque no daba de gitano", lloraba su abuela Inmaculada.
Por la desaparición del menor se activó una alerta en Interpol y se empapeló Madrid con una foto del niño y un número de teléfono que no dejó de sonar. Por desgracia, ninguna llamada aportaba datos certeros sobre el paradero de Jonathan.
El peor de los finales
Tras seis meses de incansable búsqueda, el 21 de noviembre, un camionero encuentra unos restos óseos en un descampado cerca de la chabola de Las Castellanas, donde vivía la familia Vega Barrull.
Rosa, la madre del pequeño, identifica la ropa y las zapatillas que Jonathan llevaba el día de su desaparición. Pese a que Rosa e Inmaculada reconocieron la ropa del niño, la policía les recomendó esperar a las pruebas de ADN. Cuando llegaron no había dudas: era Jonathan.
La familia del pequeño dudaba si ese tramo donde se encontró el cuerpo sin vida de Jonathan se había mirado antes o si, por el contrario, alguien había trasladado los restos del niño hasta allí.
El análisis de los restos óseos de Jonathan no pudieron determinar la causa de su muerte. Las pruebas científicas, por su parte, tampoco arrojaron luz sobre el caso.
La familia más cercana del niño, le dio sepultura junto a Marcelino, su padre. Ahora, veintitrés años después, la investigación nunca se cerró. Pero a día de hoy, nadie sabe que le pasó al pequeño Jonathan Vega, ni quién se lo llevó de aquel hipermercado, el 27 de mayo del año 2000.
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