La emigración a causa del trabajo no es algo nuevo. Sin embargo, si bien antes este fenómeno se producía a causa de la necesidad, en la actualidad ya no siempre sucede así. Aún mucha gente se va al extranjero en busca de oportunidades; otros, sin embargo, van con un puesto de trabajo ya asegurado.
Trabajar fuera ya no es solo una necesidad, para muchos es una opción. Casi el 80% de los universitarios de España y Latinoamérica afirman que no les importaría trabajar fuera una vez terminen la carrera. Las perspectivas de un futuro mejor fuera del país se ven complementadas con las ganas de ampliar horizontes y conocer nuevos destinos.
Evidentemente, irse a trabajar fuera no es una elección que se pueda tomar a la ligera. Al contrario, se trata de una decisión que debes meditar muy bien, ya que puede marcar tu futuro a medio plazo. Además, el trabajo y la vida en otro país está lleno de aspectos positivos y enriquecedores, pero también tiene sus riesgos.
Para ayudarte en la toma de tu decisión te mostramos algunas ventajas e inconvenientes de irse a trabajar fuera.
Cuando vas a trabajar a otro país conoces nuevas culturas, tradiciones, formas de entender la vida. Nuevas ciudades, monumentos, parques, playas. Nuevas gentes, gastronomía, fiestas y celebraciones. Y, por supuesto, nuevos amigos y, quién sabe, quizás el amor.
Esto es uno de los principales motivos por los que la gente va a vivir o trabajar fuera. Encontrarte en una situación donde estás fuera de tu zona de confort te obliga a espabilar y en el caso del idioma, sucede precisamente eso. Si desconoces el idioma y estás en otro país, no tendrás otra opción que aprenderlo o sino no lograrás adaptarte y todo será más difícil.
Las empresas valoran mucho los trabajadores eficaces que dominen otros idiomas, ya que pueden convertirse en una línea de comunicación clave (por ejemplo, ejerciendo de intermediarios). Además, dependiendo de dónde provengas y a dónde vayas, puedes encontrar condiciones laborales y de promoción mucho más atractivas.
No hay duda de que haber trabajado fuera otorga algunos puntos extra a la hora de valorar un currículum, sea cual sea el puesto ocupado. Si ha sido un puesto importante, demuestra que eres una persona preparada y con experiencia en otros mercados; si ha sido en un empleo humilde, demuestra garra e iniciativa para salir adelante.
Está claro que uno de los principales problemas de irse a trabajar fuera, sobre todo si nos vamos solos, es que vamos a estar lejos de las personas que queremos y que nos proporcionan ese confort vital: nuestra familia, pareja y amigos. Hoy en día podemos estar en contacto con ellos de muchas formas, pero no es lo mismo. Es una situación que hay que saber llevar. A las personas que son más independientes probablemente les costará menos enfrentarse a esta situación, aunque normalmente esto suele afectar a todo el mundo.
Hay muchos factores que pueden entorpecer, incluso evitar, la adaptación a tu nuevo destino: no te gusta la zona o el piso donde vives, el idioma es un gran escollo y los compañeros no te ayudan a solventarlo, te ves perdido en el trabajo, no empatizas con los compañeros, te sientes solo, etc.
Dependiendo del país de destino al que vayamos, las normas pueden cambiar en gran medida respecto a nuestro país. Por ejemplo, alguien que viaje de Argentina o España a Italia, notará pequeños cambios, pero su adaptación a las leyes y normas locales será sencilla. Ahora, si esa misma persona se va a Rusia, los Emiratos Árabes Unidos o China, la cosa seguramente cambie.
Dependiendo de nuestro país de origen y nuestro país de destino ir a trabajar a otro país puede suponer un gran sacrificio económico al principio. Por ejemplo, en el caso de que vayamos sin un contrato firmado tendremos que pagar los gastos de alojamiento, transporte, comida etc. con dinero de nuestro bolsillo. Por otro lado, en el caso de que nos mudemos con un contrato ya firmado con una empresa, aun así tendremos que pagar los billetes de avión y lo que se gaste durante el primer mes hasta que se cobre el primer sueldo.