El propio término “universidad” ya indica que estas instituciones de estudios son como un pequeño universo, una especie de burbuja en la que debemos estar durante al menos cuatro años, preparándonos para el futuro laboral y la vida en general.
Dentro de este pequeño microuniverso los que imparten las leyes, o mejor dicho las asignaturas, son los profesores, y también son ellos los que ponen las notas, así que se podría decir que nuestro futuro está, en cierta medida, en sus manos.
Suele ser un catedrático y hombre de edad avanzada, que habla en tono pausado pero firme. Merece la pena escuchar cada uno de sus comentarios, siempre se aprenden cosas interesantes en sus clases. Suele ser cordial en el trato, humilde y cercano.
Se cree que el aula es una especie de escenario de El Club de la Comedia. Aprovecha cualquier momento para hacer algún chiste o arrancarse con algún monólogo. Se toma confianzas con los alumnos e incluso hace bromas con y sobre ellos. La mayoría no son tan graciosos como se creen.
Su perfil suele ser el de un profesor joven, máximo 45 años. Cree que por el simple hecho de ser profesor es más que los alumnos. Suele ser bastante inaccesible y su trato distante y cortante. Si has suspendido alguna de sus asignaturas, ir a la reclamación del examen va a resultar inútil, es probable que ni aparezca.
Es bastante más gracioso que el profesor gracioso. A veces parece que haya encontrado el aula de casualidad. Todo se le olvida, nada le funciona. Las diapositivas se le estropean, los exámenes se le traspapelan. Es frecuente que también sea bastante “desorganizado” en su apariencia y vestimenta.
El radical de la universidad. El típico que vestía palestina, que siempre se pone al lado de los estudiantes, que participa en manifestaciones si hace falta e incluso las organiza. Suele caer bien por el simple hecho de no esconder sus ideas. Es legal a la hora de poner notas y para él la nota del examen no lo es todo, también importa la “actitud”.
Si le ves por los pasillos de la facultad, le podría confundir con cualquier alumno. Les cuesta hacerse respetar, aunque ponen toda su buena voluntad en hacer las cosas bien. Suelen ponerse nerviosos y no saben reaccionar cuando algo se tuerce en la clase.
Es un personaje peculiar. Siempre parece estar nervioso o alterado, como si tuviera muchas cosas en la cabeza. Camina rápido y reflexiona en voz alta. Sus clases son extrañas, inconexas y en ocasiones absurdas, pero a la vez interesantes y originales.
Por razones que se desconocen, vive permanentemente amargado. Lo único que hace es pasar las horas repitiendo lo mismo una y otra vez cada año, sin la más mínima ilusión, y contagiando esa desgana a los alumnos. ¡Aprueba su asignatura a la primera y huye!
El profesor guapo o la profesora sexy es toda una leyenda en cada una de las universidades del mundo y, por qué no decirlo, una fantasía bastante común en la mente de los estudiantes. ¿Acaso mentimos?