Hoy en día, se habla mucho (quizás demasiado como para que se haya banalizado) sobre innovación y mejora continua. Todas las empresas lo buscan. La idea es establecer objetivos de mejora y buscar nuevos ideales por alcanzar.
El objetivo del idealismo. La aspiración continua. Presión, mucha, pero también mucha perfección, lo que lleva a unas estructuras de coste de las empresas muy adecuadas para ser económicamente exitosas.
El paradigma (o por lo menos la escuela original) de todo lo comentado anteriormente es sin duda alguna Japón. Mañana empezamos a ver en clase el tema de costes estándares y análisis de desviaciones, y el primer bloque de transparencias lo he centrado en describir y conocer un poco la filosofía Lean Kaizen, el Lean Manufacturing, Just-In-Time, etc.
Es decir, en eliminar desperdicios, eliminar actividades que no añaden valor, cambiar para mejorar, etc.
Como la palabra tsunami, ya se puede entrever que muchas de ellas tienen como padre y madre la cultura japonesa. ¿Por qué Japón? Es lo que vamos a ver en este artículo, aprovechando que andaba pensando qué explicar mañana en clase, mejor dejarlo escrito en el blog por si a alguien más interesa.
Luego vino la guerra con EEUU en el marco de la II Guerra Mundial, y ya sabéis el final de la historia. Dos bombas atómicas, mucha guerra de guerrillas, y terribles consecuencias para el otrora gran imperio del sol naciente. Algunos de los principales datos que recoge este artículo de Kirai:
- El 40% de Osaka y Nagoya, el 50% de Kobe y Tokyo, y el 90% de Aomori y el 100% de Sendai quedó reducido a cenizas.
- El 40% de las zonas industriales japonesas quedaron destruídas.
- Se perdió el 42% de la riqueza nacional y el 44% de la capacidad industrial (energía, instalaciones, maquinaria, etc.).
- El 25% de las casas desaparecieron.
- 500.000 civiles murieron y otros tantos fueron heridos.
- La población de Tokyo pasó de 7 millones a 3 millones, la de Osaka de 3,4 millones a 1,1 millones, etc.
En definitiva, un país arrasado que había que reconstruir. El ejército estadounidense ocupó Japón hasta 1952. A partir de ahí se produce el despegue económico. A todos interesaba que Japón despegase (así como la arrasada Europa):
- Obviamente a Japón, un país arrasado y que tenía que ofrecer un futuro a sus ciudadanos, mermados física y psicológicamente.
- EEUU quería un peón en la zona del Pacífico, para “controlar” (sic) el comunismo chino y ruso.
Es por ello que resaltaría dos factores como los principales elementos del despegue económico:
1. La enorme inyección de capital que supuso el Plan Marshall (similar al de la arrasada Europa)
2. La mentalidad Japonesa (tan citada en los últimos días a raíz del terremoto) en lo referente al sentido del trabajo
Combinando esos factores, nace lo que en los últimos años ha sido una de las naciones más industrializadas del mundo, hasta hace bien poco la segunda economía del mundo (China le ha pasado). En 1946, aprobó el documento Problemas básicos para la reconstrucción de la economía japonesa de posguerra.
Se pensó que Japón debía seguir un modelo intermedio entre la planificación socialista (a la cual varios de sus vecinos se abrazaban) y el capitalismo. Algo así como lo que hoy en día conocemos como la socialdemocracia escandinava (salvando mucho las distancias, perdónenme).
Se introdujo un parlamento, quitando mucho poder al emperador, introduciendo así la democracia. Las reformas abarcaron la tierra, la educación, los sindicatos, la desmilitarización (aún vigente hoy en día) y la disolución de varios zaibatsus (holdings de empresas que ya expliqué aquí).
Dos ejes vertebrarían la economía y la política del país: igualdad y competencia. Hoy en día Japón tiene un “aceptable” reparto de riqueza (en comparación con otras potencias) y mucha competencia entre las empresas.
Para ello, fue necesario establecer alguna institución política. En 1949, se creó el Ministerio de Industria y Comercio Internacional (MITI). Dentro de él, se estableció el Departamento de Empresa del MITI con el objetivo de desarrollar las empresas del país y crear un entorno favorable a la competencia.
El Estado dirigiría una acción reguladora como máximo responsable de la competencia y el desarrollo de las empresas (una vía intermedia antes señalada). Muy parecido a lo que se hizo en Corea del Sur tras la Guerra de Corea.
Además de crear dicho departamento para fomentar la creación de empresas y por ende la competencia, se establecieron una serie de políticas económicas favorables para dicho hábitat:
1. “Selección” de las industrias preferenciales para el desarrollo económico
2. Financiación: existía poca oferta de capital financiero, por lo que los tipos de interés eran muy altos. Para luchar contra ello, el gobierno se preocupó de que los bancos canalizasen el capital acumulado para prestarlo a industrias estratégicamente importantes, apoyadas por las garantías de créditos del Banco de Japón (el banco central)
3. Deducciones fiscales a los ingresos por exportación para orientar la economía hacia las exportaciones (aún a día de hoy importantes)
4. Proteccionismo frente a la competencia extranjera
5. Creación de nuevos conglomerados industriales (nuevos zaibatsus) con bancos en el grupo (algunos de los más importantes hoy en día Mitsubishi, Mitsui, Sumitomo, Itochu, Marubeni, Nichimen, Kanematsu)
Todo parecía muy bonito, pero no por ello fácil. Debido a la escasez de materiales (era difícil que una nación devastada importase algo, y recordemos que Japón es una isla sin recursos materiales), las fábricas prácticamente no producían nada y para vender lo poco que elaboraban tenían que competir en precio y calidad. O se recortaban los costes, o no había clientes.
Esta situación llevó a que se produjera una especie de selección natural, revolucionando por completo la planificación en la producción de las empresas niponas. Todo ello llevó a que el gobierno japonés crease una política por la productividad, competitividad y de control de la calidad en las empresas del estado.
Fueron tres los principios que se buscaron desde un primer momento (reforzados por consultoría americana):
1. Cooperación entre el pueblo y el Gobierno (con el terremoto creo que ha quedado claro)
2. Cooperación entre empresarios y trabajadores (la famosa flexibilidad nipona)
3. Distribución de los beneficios derivados del aumento de la productividad (eso que tanto se discute en los últimos tiempos en España)
Además, todo ello no hubiera sido posible sin la aportación de EEUU (que no solo fue económica/financiera). Mejor dicho, de algunos profesores americanos de renombre. Uno de ellos fue el profesor William Edwards Deming.
Profesor de estadística universitaria de profesión, también escribía, hacía labores de consultor y difundió el concepto de calidad total que hoy en día asociamos a Japón. Pasó a la historia a la par del desarrollo y crecimiento de Japón después de la Segunda Guerra Mundial.
Antes que Deming, Walter A. Shewhart, estableció la teoría del control estadístico de la calidad. Colaboró en la recién independizada India. Deming admiraba el trabajo de Shewhart.
Sin embargo, en EEUU el control de la calidad no existía. Vivían años felices tras la guerra. La industria militar y sus efectos posteriores “emborracharon” la necesidad de controlar la calidad americana (de aquellos barros, estos lodos).
Japón, por lo que comentaba anteriormente, necesitaba un experto para controlar la calidad de su producción, y por ende, poder ganar en competitividad. En 1950, Deming instruyó a ingenieros, directivos y estudiantes japoneses en el control estadístico de los procesos (SPC o Statistical Process Control) y los conceptos de calidad. Japón difundió sus ideas, incluso queriendo pagarle royalties por derechos de autor, que Deming siempre rechazó.
Con ese dinero, por contra, y sumándole una dotación del gobierno japonés, se creó un premio (el Deming Prize) para premiar a las empresas que mayores avances en calidad obtuvieran. Hoy en día dicho premio es considerado como uno de los de mayor renombre en términos de calidad.
En Japón se siguen viendo las ideas del profesor Deming como una revolución industrial. Los efectos de sus teorías fueron algunos de los conceptos que citaba al comienzo: la calidad como fin último de excelencia, optimización en el uso de recursos, reducción de costes, etc.
Todo ello sintetizado en los Catorce Puntos y Siete Enfermedades de la Gerencia que podéis consultar en la entrada de la wikipedia de Deming. El ciclo PDCA se conoce también como ciclo Deming, aunque fuera Shewhart quien realmente lo inventase.
Mañana en clase más y mejor. Los japoneses serán nuestros maestros para analizar las desviaciones que se puedan producir en toda organización, ya sean desviaciones positivas como negativas, que recordemos siempre son objeto de corrección.