La otitis infantil, o inflamación del oído en los niños, es una de las patologías pediátricas más comunes que además se da a lo largo de todo el año, tanto en los meses de invierno (debido a los sempiternos mocos de los más pequeños) como en los de verano (por culpa del agua de las piscinas). La otitis les produce fiebre y dolor intenso, y se localiza bien en la parte externa del conducto auditivo o bien en la parte media; siendo esta última la más frecuente.
Como padres os tocará vivir esta experiencia en más de una ocasión, y es por ello que te queremos explicar cómo se produce y cómo se trata la otitis infantil. ¡Allá vamos!
Tal y como hemos anticipado, existen dos tipos de otitis infantil: la externa y la media. A continuación te explicamos cuáles son sus síntomas y en qué se diferencian la una de la otra.
Como su nombre indica, es una infección del conducto auditivo externo; es decir, del tímpano hacia fuera. Este tipo de otitis infantil es típica de los meses de verano, cuando sumergimos a los niños en la piscina o en el mar (los gérmenes se encuentran en el agua). Sin embargo, no es exclusiva de esta época del año: durante el curso escolar muchos pequeños acuden a clases de natación. De hecho, cada vez son más los bebés que asisten a esta actividad junto con sus padres, desde los 3 meses hasta los 2 años de vida.
Y aunque las bondades de la estimulación en el agua son innegables (ayuda al desarrollo psicomotor, fortalece el vínculo madre-hijo, les relaja… etc.), no es menos cierto que predispone a la otitis infantil. Además, la mayoría de los pediatras recomienda esperar hasta los 6 meses de edad para bañarles en piscina.
La otitis infantil externa es muy dolorosa, pero rara vez da fiebre. Característicamente “rabian” de dolor al presionar justo delante del oído afectado (signo del trago). Por norma general, no progresa hasta el tímpano y se resuelve con tratamiento tópico (gotitas en el oído), analgesia y evitar la piscina.
Es propia de los meses fríos, como complicación de los catarros. En este caso los microorganismos provienen del interior de la boca o nariz. El moco se acumula en la Trompa de Eustaquio (túnel que comunica la nariz con el oído), que es horizontal en los niños pequeños. De esta forma el moco se instala en el oído medio: si es demasiado espeso no descenderá por la trompa, se hacinará y provocará la otitis.
El pediatra, a través del otoscopio, visualizará la membrana timpánica enrojecida y abombada hacia fuera. Esta vez sí, el niño tendrá fiebre alta. Este tipo de otitis infantil se tratará con analgesia en primer lugar y, si no hubiese mejoría, se comenzaría la pauta de antibiótico oral (especialmente si el niño es menor de 2 años).
La otitis infantil media es igualmente dolorosa, en particular por las noches: los lactantes estarán muy irritables, con un llanto inconsolable; se llevarán la manita al oído afectado y chillarán si les acostamos sobre ese lado. En todas las edades presentarán, además, fiebre y malestar generalizado. En los más bebés pueden aparecer vómitos, diarrea, rechazo del alimento y dificultad para conciliar el sueño.
Como medidas generales, el calor les calmará: la mano calentita de su mamá o un paño calentado sobre un radiador, por ejemplo (el microondas mejor no, porque no calienta uniformemente). Pero, sobre todo, son muy importantes los lavados nasales para evitar el dolor por presión y la sobreinfección por exceso de mucosidad.
En cuanto a combatir el germen culpable en sí, como la otitis infantil suele ser producida por bacterias, se tratará con antibióticos. El más recetado es la amoxicilina con ácido clavulánico (más conocido por su nombre comercial: Augmentine). La dosis dependerá de la edad y peso del niño, en intervalos de 8 horas (esto es, 3 veces al día) y durante un mínimo de 10 días, con el fin de evitar resistencias (que las bacterias se vuelvan resistentes al efecto del antibiótico).
Además, se pautará paracetamol o ibuprofeno infantiles (Apiretal o Dalsy) para bajar la fiebre, calmar el dolor y reducir la inflamación. A las 48 horas de inicio del tratamiento ha de haber una franca mejoría. De no ser el caso, se deberá consultar de nuevo con su pediatra.
Estas son las más habituales complicaciones que puede conllevar la otitis infantil:
Recibe este diagnóstico el niño que presenta, al menos, 3 episodios de otitis media aguda en un lapso de 6 meses. Será derivado por su pediatra al otorrino infantil.
En estos casos existe la solución de los drenajes timpánicos: una intervención sencilla, bajo anestesia general, que consiste en insertar unos minúsculos tubos de drenaje en los oídos. Se trata de una cirugía ambulatoria, por lo que el niño será dado de alta ese mismo día. Los drenajes caerán solos en unos meses (de 6 a 18) y el tímpano se volverá a cerrar.
Por regla general, se aprovecha la entrada en quirófano para resolver otras alteraciones tales como la fimosis (estrechamiento de la apertura del prepucio) o la criptorquidia (ausencia de los testículos en su bolsa).
Infección del hueso mastoides (justo detrás de la oreja), secundaria a una otitis media aguda. Tras la revolución de los antibióticos, la mastoiditis dejó de ser una de las principales causas de muerte infantil. No obstante sigue siendo preciso tratarla precozmente, a fin de evitar consecuencias más graves (como la meningitis)
Por cúmulo de secreciones en el interior del oído durante más de 3 meses. En los niños es fundamental paliar la hipoacusia desde el primer momento, por muy leve que sea, pues el problema de audición podría afectar también al desarrollo del lenguaje. Igual que en las otitis de repetición, se requiere la colocación de drenajes timpánicos para solucionar el problema.
También llamada otitis media perforada o supurada. El absceso de pus termina por romper la membrana del tímpano: entonces, de manera característica, el dolor desaparece (pues se ha aliviado la presión que lo provocaba) y baja la fiebre (aunque persiste la infección). Si ocurre durante la noche, la almohada amanecerá manchada de una sustancia amarillenta. Tras el tratamiento, el tímpano se curará y apenas quedará cicatriz.
A pesar de cuanto nos pueda trastornar que nuestro hijo o hija la sufra, tanto emotiva como logísticamente, de la otitis infantil “también se sale”. El peor periodo es entre los 6 y los 18 meses de vida, porque aún no ha desarrollado su sistema inmunológico. Será a partir de los 3 o 4 años de edad cuando, teniendo ya las suficientes defensas, se protegerán mejor de las otitis.