El pasado sábado se cumplieron 154 años del nacimiento de Louis Brandeis (1856 – 1941). Es uno de esos nombres cuya relación aportaciones – popularidad es sorprendente que sea tan baja. Fue Juez Asociado de la Corte Suprema de los Estados Unidos de 1916 a 1939, pero sobre todo se le conoce por ser el que mayor calificación media ha registrado en la Escuela de Derecho de Harvard (Harvard Law School) y por su activismo por el bien de la sociedad.
Desarrolló el concepto de derecho a la privacidad (tan de moda en nuestros días), escribió el libro "El dinero de otras personas", dónde sugería cómo frenar el poder de los grandes bancos, lo que le llevaría años más tarde a luchar contra los monopolios y el consumismo de masas.
Y, centrando el tema, era miembro activo del movimiento sionista. Con Theodor Herzl como padre fundador, este movimiento tenía como objetivo impulsar la migración judía a la Tierra Prometida, consiguiendo fundar el Estado de Israel en 1948. Era la solución al conflicto judío del antisemitismo en Europa y Rusia. Desde que comenzase la diáspora con el asentamiento romano del Siglo II, los judíos no han parado de ser perseguidos por el mundo, allá donde se han asentado.
La escasez agudiza el ingenio dicen algunos, y quizás por ello los judíos pasarán a los anales de la historia por su brillantez intelectual. Una estadística que tanto les gusta exponer: 1400 millones de musulmanes: 7 premios Nobel – 12 millones de judíos: 169 (ahora son ya 173). Brillantes hombres de negocios (en más de un museo he leído que se les reconoce como los padres de los bancos tradicionales, dada su habilidad por gestionar eficientemente el dinero), Louis Brandeis es uno de los muchos judíos que a lo largo de la historia han dejado imprenta por su intelecto.
173 Premios Nobel judíos, aproximadamente el 29% del total de los Premios Nobel. Simplemente en economía representan el 50% de todos los premiados. Nombres como Paul Samuelson, Milton Friedman o Robert Solow son grandes economistas (por lo menos a nivel teórico, otra cosa es la aplicación de sus ideas), pero también cabe destacar a la familia Rockefeller, Baruch Spinoza, Albert Einstein, Alan Greenspan, Woody Allen, Carl Sagan, George Soros, Levi Strauss, Ralph Lauren, Calvin Klein, Steven Spielberg o Frida Khalo como exponentes de la riqueza que han dejado.
Sin embargo, tanto linaje cultural quizás haya actuado como una espada de Damocles en la actual Israel. En la actualidad, Israel además de ser la casa que por fin han reconquistado, es hogar también de uno de los mayores atropellos a los derechos humanos en vigor (conflicto árabe-israelí) y de inventos de dudoso honor de mención.
Analizando las estadísticas económicas de Israel, rápidamente destaca por cumplir con el 0,7% sobre el PIB de ayuda al desarrollo (eso sí, no destinado a sus vecinos árabes), por un crecimiento del PIB destacado (en plena crisis se prevé que su PIB crezca casi un 4%), por un Índice de Desarrollo Humano elevado y, sobre todo, por liderar todos los rankings del mundo en cuanto a inversión en I+D+i.
El pasado Mayo, Israel fue admitida como 32º miembro de pleno derecho de la OCDE. ¿Qué es la OCDE? Pues algo así como las pulseras locas de España de la economía. O tienes una o no estás a la moda. Así que ingresar en la OCDE (que no deja de ser un think-tank de economías desarrolladas, excluyendo la voz de millones de seres humanos) se ve como “estar a la moda” o ser un país desarrollado.
La OCDE quería premiar los progresos de Israel, ya que, como exponían, se ha convertido en una economía desarrollada, con un PIB per cápita de 28.365 dólares. El 4º más alto en Oriente Próximo, superior a la suma del PIB per cápita de todos sus vecinos. Solo los pequeños estados del Golfo Pérsico (léase países feudales como Bahrein, Emiratos Árabes Unidos o Kuwait) superan a Israel. Sin embargo, estas cifras macroeconómicas esconden muchas otras cosas que paso a exponer a continuación.
Israel es una de los países más polarizados del mundo. En román paladino: unos pocos ganan mucho y otros muchos ganan poco. Vamos, una distribución de Pareto elevada a infinito. En palabras de bar: que los caramelos se reparten muy mal en Israel. Me explico.
Se han realizado muchos estudios que exponen que las desigualdades económicas tienen sus orígenes en períodos de esclavitud, en tratos de desigualdad. Israel tiene esos orígenes, los judíos (composición mayoritaria en el actual estado de Israel) han estado perseguidos a lo largo de 2000 años en muchas partes del mundo.
Gracias a la gran cantidad de judíos que llegaron a Israel de la URSS (eso dicen los estudios sociológicos), Israel cuenta actualmente con el mayor número per cápita de científicos e ingenieros, publicaciones científicas y registro de patentes (que siguen siendo, en mi opinión de manera ciertamente anacrónica, los indicadores de cuán innovador es un país).
Destinando casi un 5% del PIB a I+D+i (duplicando prácticamente lo que destinan otras potencias como EEUU, Japón o la Unión Europea), uno se pregunta, ¿Y qué narices desarrollan en Israel? Pues inventos (pioneros, desarrollados inicialmente en Israel) tan variopintos como:
Las empresas de las TIC más potentes del mundo (léase angelitos como Microsoft, IBM o Google) tienen filiales en Israel, así como las principales empresas aeroespaciales y de aviación. Tel Aviv y su Silicon Wadi es el particular hub tecnológico de Israel.
Todo ello se deriva de que bajo el eufemismo I+D+i, en Israel se esconde un desenfrenado gasto militar. La denominación oficial del ejército israelí es Fuerzas de Defensa Israelíes, y la OCDE acepta la definición de Israel de su gasto militar como gasto en defensa. Israel gasta más en defensa que cualquier país de la OCDE (8% del PIB vs. 1,4% media resto OCDE), esos países que decíamos son los “más desarrollados”. Sin embargo, el gasto público civil (medidas anti-pobreza, educación, sanidad, transporte, seguridad social, etc.) es del 33% en Israel, y en el resto de países “desarrollados” del 41%.
El problema es que todo ese despegue económico ha beneficiado a muy pocos. El actual primer ministro Netanyahu, en su época de ministro de finanzas desarrolló políticas pro-mercado que favorecieron a unos pocos niños con todos los caramelos del país. En Israel, casi 6.000 personas tienen al menos 1 millón de patrimonio en activos líquidos (fácilmente convertibles a dinero).
Entre 2005 y 2007 Israel “fabricó” más millonarios per cápita que cualquier otro país. Haaretz (diario israelí) calcula que los 500 más ricos (el 0,0066667% aprox.) tienen una riqueza de 75.000 millones de dólares, algo así como 150 millones cada uno. El PIB en 2009 de Israel fue de 205.000 millones de dólares, luego estos 500 más ricos se llevan casi un tercio de los caramelos en Israel.
Las 20 familias más ricas, controlan aproximadamente el 50% de la bolsa y el 25% de las principales empresas de Israel. Estas principales empresas son medios de comunicación, instituciones financieras y compañías tecnológicas, explicando la razón del porqué estas cosas no salen a la luz. Esta concentración familiar-empresarial está prohibida en los países desarrollados. En Israel no, pero según la OCDE, es un país “desarrollado”. Ni siquiera en la Arabia Saudí feudal (donde ya ni siquiera se puede utilizar Facebook) dominada por unas pocas familias hay tanta concentración.
El país hebreo no sale bien parada de las clasificaciones de distribución de la riqueza, clasificación que se manifiesta en los siguientes datos:
Cifras que hace que EEUU parezca un país equilibrado, donde desde 2002 y 2006, 2/3 del PIB fue a parar al 1% más rico, y el 90% más pobre recibió un mero 12% de la riqueza.