La piel es el órgano más grande que tenemos y hace mucho más que simplemente proteger las partes internas de nuestro cuerpo de los elementos externos. Las células de la piel están constantemente reemplazándose, haciendo un viaje desde la dermis (la capa más interna) hacia afuera.
Conforme estas células van envejeciendo y se aproximan a la superficie de la piel, las que ya están muertas simplemente salen al exterior y se caen. Una vez en la superficie, las células nuevas se juntan con otras más viejas, formando una capa protectora que ayuda a protegerse de las bacterias y los virus.
Dentro de los folículos del pelo en nuestra piel, hay pequeñas glándulas que producen un aceite llamado sebo. Este aceite se mezcla con las células de la piel en el folículo piloso y se unen al viaje hacia fuera. Cuando hay mucho sebo, demasiadas células muertas o algo que bloquee los poros, se impide la salida normal. Las bacterias se unen a la fiesta y da como resultado el acné común que todos conocemos (hay varios tipos).
Mientras que el acné normalmente afecta a los adolescentes o los jóvenes alrededor de los veinte años, en virtud de los cambios hormonales, lo cierto es que puede surgir a cualquier edad, incluso en los bebés. Aunque no es una molestia peligrosa, es muy molesta y puede afectar a la vida social de la persona que la padece.
Afortunadamente, hay formas de evitar los efectos que produce esta condición. Te las presentamos a continuación:
Lo primero que debemos tener en mente es que no debemos tocar los granos derivados del acné. Si quieres que la piel de tu cara tenga un buen aspecto, no la toques mucho. No podemos imaginar las veces que nos tocamos la cara en el transcurso del día. Nos aliviamos picores, nos rascamos la frente, nos limpiamos la boca, etc. Es algo natural para nosotros.
Las manos son las herramientas primarias para interactuar directamente con el mundo que nos rodea. Pero aunque no sea agradable escucharlo, vivimos en un mundo algo sucio. Las bacterias, hongos, elementos grasos, sudor y otras cosas, se propagan de persona a persona al tocar diferentes superficies, como puede ser el picaporte de una puerta, la manguera de una gasolinera, máquinas de café o comida, o simplemente apoyándonos en la barra de un autobús.
Tocarse la cara en algún momento del día es inevitable, por lo que debemos lavarnos las manos con jabón varias veces al día sin excusa.
Hablando de lavar, tomarnos algunos momentos del día para lavarnos la cara es uno de los modos más simples y efectivos de prevenir la aparición de ciertos problemas relacionados con el acné. La grasa o elementos externos que se forman diariamente en nuestro rostro, junto con los residuos ambientales, como el humo de tabaco o la polución en el aire, pueden favorecer la aparición de este problema.
Sin embargo, tampoco hay que propasarse con el lavado. Dos veces al día puede ser suficiente, una vez por la mañana y otra al final del día, aparte de la ducha.
Lo que no queremos hacer es secar totalmente nuestra cara, quitando todo el aceite natural que tenemos, lo cual puede debilitar y dañar la piel de nuestra cara a la larga.
Para hacer estos lavados cutáneos, basta con usar una esponja especialmente suave, agua caliente y un jabón neutro que no irrite la piel. Este simple sistema será muy efectivo para limpiar impurezas de la cara como polvo, células muertas y bacterias.
Una buena manera de mejorar la apariencia de nuestra piel, sin mencionar las mejorías en la salud mental, física y emocional, es hacer ejercicio físico regular.
Aunque no tengamos demasiado tiempo para hacerlo, tomarnos media hora para hacer ejercicio tres o cuatro veces por semana es algo que nuestro organismo agradecerá y también nuestra piel. De todos modos, ten en cuenta que cualquier cantidad de ejercicio será mejor que ninguno.
El estrés puede provocar que la producción de sebo se incremente, por lo que debemos evitarlo. Hacer ejercicio alivia el estrés y hace que los niveles hormonales estén más nivelados, lo cual reduce también la producción de sebo en los folículos. Esta no es la única ventaja del ejercicio, ya que el sudor ayuda a limpiar los poros, haciendo que las células muertas salgan más fácilmente a la superficie.
No hace falta decir lo importante que es ducharse después de hacer ejercicio para eliminar el sudor y las células muertas. Si no lo hacemos, pueden acabar bloqueándonos los poros.
Estamos bastante familiarizados con el acné en la cara, pero también se puede producir en otras partes del cuerpo. Un ejemplo de esto es el acné mecánico o del deportista, que es un tipo de acné producido por la fricción, el calor o el constante contacto entre la piel y la ropa. Las cintas de pelo o cascos de moto también pueden ser causa del acné en la frente.
Mucha ropa de deporte que usamos puede producir problemas de acné, por lo que es algo que debemos tener en cuenta al elegir el material de este tipo de ropa. Es también una buena idea usar ropa holgada, lo cual se reflejará en una mejora general de nuestra piel si tenemos algún problema de este tipo.