Los hay de diferentes colores, de diferentes tamaños y de diferentes formas. Los granos de arroz tienen tanta variedad como comidas se puede preparar con ellos. Bien, puede que no tanta, pero aun así es un alimento de gran multiplicidad.
Puede que el hecho de que lleve desde tiempos inmemoriales en nuestra alimentación nos haya hecho pensar que es sano. No obstante, a medida que avanzan las investigaciones se demuestra que no es tan bueno para la salud como creíamos.
El arroz blanco, e incidimos en este tipo, no sale bien parado en los estudios científicos más actuales. El catedrático de Medicina preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, Miguel Ángel Martínez-González, ya lo dice en su libro ¿Qué comes? Ciencia y conciencia para resistir (Planeta, 2020).
"El arroz blanco no es precisamente el alimento más recomendable para la población general", asegura.
El problema que existe con el arroz blanco es que se blanquea. Esta versión carece de la fibra y los nutrientes que sí que están presentes en la integral. Una consecuencia de esto es que se transforma mucho antes en glucosa, por eso "comer arroz blanco es como comer azúcar", asegura el médico Martínez-González.
Y es que hay que saber que el arroz es un carbohidrato. Necesitamos los carbohidratos porque nos dan energía, pero si no se usan en su debido momento se almacenan en el cuerpo como grasa.
Es por ello que las investigaciones alertan de que el arroz favorece la obesidad y se ha relacionado con la diabetes tipo 2.
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Lo mejor que podemos hacer si queremos velar por nuestra salud es elegir los productos más naturales y en su versión más primaria. En este caso, reemplazar el arroz blanco por arroz integral es una buena opción, ya que nos aseguraremos de aumentar el aporte de fibra.
Es precisamente esta fibra la que hará que los niveles de glucosa en sangre no se eleven tanto y mantengamos el índice glucémico a raya. Y no solo eso. Otro estudio de la revista The BMJ ha demostrado que el consumo del grano entero está asociado con menor riesgo de enfermedad coronaria, cardiovascular y cáncer total.
"Estos hallazgos respaldan las pautas dietéticas que recomiendan una mayor ingesta de granos integrales para reducir el riesgo de enfermedades crónicas y mortalidad prematura", concluyen los autores de la investigación.
Además, estás de suerte si te encuentras en un proceso de pérdida de grasa. Pues, consumir el arroz integral no solo te aportará más vitaminas y minerales. Su fibra hará que te sientas más lleno o llena y facilitará tu adaptación y continuidad de la dieta.
Pese a que de forma individual el arroz integral parece ganar al blanco, no hay que perder la perspectiva de que no comemos alimentos solos. El hecho de cocinar platos elaborados hace que los procesos químicos de los diferentes alimentos se complementen.
Así pues, hemos dicho que el arroz blanco por sí solo eleva la insulina. Pero si lo consumimos junto con proteínas y grasas (que es lo más habitual), este efecto no es tan fuerte. La combinación de los alimentos hará que la digestión sea más lenta y el índice glucémico no incremente tanto.
Además, sus efectos no serán los mismos para cada persona. Los deportistas, por ejemplo, comen bastante arroz blanco y sus analíticas son mejores que las de alguien sedentario. Eso se explica por el hecho de que la energía que obtienen del arroz la utilizan para rendir en sus entrenamientos.
Opta por la versión que más te guste y mejor te siente. Al final, lo que te mantendrá saludable es el cómputo total de todos los nutrientes que le proporcionas a tu cuerpo.