Hay pocas cosas más satisfactorias que un trabajo que nos llene profesionalmente, en el que estemos a gusto y en el que se reconozcan nuestros méritos.
Trabajar es necesario para ganarse la vida, sí, pero quizá demasiada gente se toma el trabajo como una obligación, como un trámite indeseado que se hace exclusivamente por necesidad. Sin embargo, tu trabajo, tu empleo, también puede ser fruto de satisfacciones y crecimiento personal. Sobre todo, si se dan las condiciones para ello.
Una de estas condiciones, sin duda, es conseguir que haya un buen ambiente en el lugar de trabajo. Un buen ambiente propicia un clima agradable de trabajo, favorece la confianza entre los miembros de la compañía y promueve la satisfacción de ser una pieza fundamental del engranaje.
De la misma manera que un equipo de fútbol no funciona si no juegan en equipo, lo mismo sucede con una empresa. Y para que el equipo juegue bien conjuntado y sus jugadores se entiendan a la perfección, el buen ambiente en el vestuario es básico.
Conseguir este buen ambiente en el lugar de trabajo es tarea tanto de directivos como de trabajadores. ¿Cómo hacerlo? Aquí algunos consejos.
La primera condición indispensable para que exista un buen ambiente de trabajo es el respecto entre directivos, trabajadores y entre trabajadores y directivos. No todo el mundo ocupa el mismo lugar en una empresa ni su papel tiene la misma importancia. Pero, a su manera, todo el mundo es básico en el organigrama de una empresa y, por tanto, se debe respetar su labor. Esto incluye mantener alejados del lugar de trabajo los reproches, los menosprecios y el desprecio por el trabajo de los demás.
«Buen trabajo, compañero». Esa simple frase de reconocimiento al trabajo de los demás es muchas veces suficiente para sacar una sonrisa a un trabajador, para mantener su motivación, para demostrarle que él también es una pieza clave. Pero, además de las buenas palabras, en muchas ocasiones se hace indispensable un programa de incentivos que premie a aquellos que han cumplido o sobrepasado los objetivos. De esa manera, sabrán que si trabajan fuerte podrán conseguir recompensas.
El sentido del humor es básico dentro de una empresa, y en la vida. El sentido del humor ayuda a rebajar situaciones de tensión, permite relajarte en momentos de agobio. El humor contribuye a hacer más ameno tu día a día en la oficina y, por qué no, a conocer mejor a tus compañeros. Eso sí, hay que distinguir entre incorporar el humor al trabajo y convertir el trabajo en un cachondeo continuo.
Hoy en día cualquier empresa importante que se precie tiene condiciones para la conciliación de la vida familiar, por ejemplo, bajas por maternidad, horarios reducidos por paternidad, guarderías propias donde dejar a los niños… es decir, todas aquellas iniciativas encaminadas a ayudar al profesional, no solo en el ámbito laboral, sino también en el familiar.
En la vida, a veces, hay que ser un poco flexible y confiar más en las personas. Está claro que es difícil encontrar el punto exacto entre la rigidez del empresario típico y la excesiva flexibilidad. Sin embargo, está demostrado que las empresas que dejan más libertad a sus trabajadores funcionan mejor, ya que los propios trabajadores son conscientes de su mayor responsabilidad y se sienten más importantes dentro de la empresa gracias a la posibilidad de tomar decisiones. Por ejemplo, muchas empresas actuales no ponen horarios y dejan que sean los propios trabajadores quienes decidan cuándo trabajar, e incluso cuando tomarse las vacaciones.
Llegar a un lugar de trabajo limpio, amplio, bien distribuido, bien iluminado y con un olor agradable, entre otros factores, ayuda a sentirse bien en el lugar de trabajo. Seguro que rindes más y estás de mejor humor en esta hipotética oficina que en un cuchitril de 4 metros cuadrados, sucio y con olor a polvo.
La competitividad, siempre que se fundamente en la primera condición (el respeto a los demás), es positiva. La competitividad no es pelearse por ser el mejor, el más pelota o tratar de hacer sentir inferiores a los demás. La competitividad es buscar lo mejor de uno mismo, pero siempre remando en la misma dirección que nuestros compañeros.