Empresario con traje sentado

7 errores que no debe cometer un jefe

Si quieres ser un buen jefe no deberías cometer alguno de estos errores

Ser jefe de algo, de cualquier cosa, implica muchas cosas. Implica responsabilidad, pues estás al mando de un proyecto. Implica dedicación, pues deberás llevar la empresa a buen puerto. Implica personalidad, ya que debes saber cómo gestionar a tu equipo...

Todos hemos sido jefes o los hemos tenido en algún momento de la vida. En clase de primaria, cuando solo éramos niños, ya había jefes en el recreo; eran los que más corrían, los que mejor jugaban al fútbol, o los que más carácter demostraban para su edad. En este caso, más que hablar de jefes, hablaríamos de líderes. Pero, ¿Acaso un jefe no ha de ser un buen líder?

La cuestión es saber cómo comportarte como un jefe y conseguir, como jefe, ser visto por los demás, también como un líder. Hay quien ha nacido para ser el líder. Perfecto, pero a los que les cueste un poco más encontrar la complicidad de los subordinados, quizá les ayuden estos consejos:

Ser demasiado flexible

Un jefe debe ser exigente con sus empleados en la medida que lo es consigo mismo, pero también debe saber cuándo levantar un poco el pie del acelerador o cuándo rectificar. Ser flexible no significa que cada uno pueda hacer lo que quiera en el trabajo. Alcanzar el nivel de flexibilidad adecuado puede mejorar el rendimiento de los trabajadores, su autonomía e implicación y su atrevimiento para aportar ideas.

No saber imponer autoridad

En el otro lado de la balanza está el jefe que no sabe imponer su autoridad. Si alguno habéis visto la serie 'The Office', seguramente se os haya venido a la mente Michael Scott. Llevarse bien con los trabajadores y fomentar el buen ambiente en la empresa no debe estar reñido con el respeto a unas normas y la consecución de unos objetivos. El jefe debe saber imponerse cuando la situación lo requiera y tomar decisiones drásticas si es necesario para el buen devenir de la empresa.

Mala presencia

Obviamente, el jefe debe representar, también en su presencia física, el estilo o la imagen de la empresa. No nos referimos a que debe ser atractivo/a, no tiene nada que ver con eso. Se trata de cosas básicas como el aseo personal diario y también la vestimenta.

Empresario con traje
Tener una buena imagen es importante para los empleados y también para el jefe | Getty Images

Tratar a los subordinados como «seres inferiores»

Todos tenemos en la mente al típico jefe chulesco que trata de forma despectiva a sus empleados, solo porque su tarjeta de visita es más cool y viene escrita en ella un cargo más importante. Casualidades de la vida, normalmente este tipo de personas suelen ser las que menos capacitadas están para este tipo de puestos y, en muchísimas ocasiones, están tratando despectivamente a alguien que tiene una preparación mucho mayor que ellos. No te conviertas en una de estas personas, ni respetas ni eres respetado.

Delegar en exceso/no delegar en absoluto

El exceso o el defecto no son buenos en casi ningún ámbito de la vida. Un jefe que no delegues ninguna tarea importante a sus empleados demuestra que no confía en su plantilla. Por el contrario, un empleado que delega todo trabajo en sus empleados puede dar la impresión de ser despreocupado, vago o un poco inútil.

Transmitir inseguridad

Como hemos comentado en la introducción, un jefe debe ser un líder y, como tal, debe transmitir seguridad y buenas vibraciones a su equipo. El jefe debe mostrar un camino a seguir y demostrar que es posible llegar al destino. Un jefe nervioso transmite su inseguridad al resto del equipo. Por ejemplo, imagínate una cocina en la que el chef principal está totalmente perdido y nervioso. ¿Te imaginas el caos?

Olvidar las emociones y motivaciones de los empleados

Los trabajadores no son robots que llegan a la oficina y se ponen a trabajar de forma maquinal, sin pensar en ninguna otra cosa y enfocados a conseguir unos objetivos. Aunque parezca increíble, las personas piensan, sienten, tienen vidas, problemas y anhelos más allá de las cuatro paredes de la oficina. Si comprendes esto, estás en camino de ser un buen jefe.