Por qué queda demostrado que Pedro Sánchez nunca pensó en dimitir
Pedro Sánchez jugó con las emociones hasta de los suyos para convencerles de una crisis personal que nunca lo fue
Pedro Sánchez y Begoña Gómez, un nuevo equipo presidencial tras la crisis que no lo fue y la dimisión que nunca llegó a ser una opción real. El presidente del Gobierno lo ha vuelto a hacer, ha vuelto a usar el marketing político para marcar agenda y mejorar los trackings internos sobre su figura.
No queda ninguna duda 24 horas después de que todo era una estrategia desde el minuto uno. Sánchez buscaba dar contexto a una ofensiva para renovar a su antojo el poder judicial y poner en jaque a determinados medios. Hay varios elementos que lo corroboran y que han enfadado a todo el mundo, hasta a gente del propio PSOE.
La manifestación masiva que no lo fue
Si lo recuerdan, Pedro Sánchez dice que cambió de opinión tras ver la manifestación que provocó el propio PSOE durante el fin de semana. Unas 10.000 personas se congregaron en Ferraz el sábado, según los socialistas. Hay que tener en cuenta que el propio partido, con 172.000 militantes, puso autobuses de toda España con la intención de celebrar una concentración masiva. Querían que hubiera un clamor en la calle a favor del presidente y no fue así.
Pese a ello, Sánchez asegura que las imágenes le hicieron cambiar de opinión. Algo falla, algo no cuadra. Parece claro que había una previsión, un guion marcado con el objetivo de dar argumentos al líder del PSOE para justificarse.
En cambio, lo que sí que consiguió Pedro Sánchez es que nadie en los socialistas cuestionara su liderazgo y que Sumar se doblegara ante el nuevo tótem de la izquierda. Todos los ministros salieron en tromba a defender a su presidente, que ahora es de facto el único representante de la democracia frente al fascismo. Sánchez contra los otros, adiós a Sumar y al PSOE, que ya son solo comparsas.
Una obra de teatro con un guion de Netflix
Pese a tomar la decisión el sábado, Pedro Sánchez mantuvo su vodevil hasta la mañana del lunes. Es más: no salió de Moncloa durante el fin de semana y el lunes fue a ver al Rey Felipe para comunicar que seguía, convirtiendo una decisión personal en una cuestión de Estado. Quiso dar por entendido que se iba, que no seguiría hasta el último minuto.
Sánchez jugó hasta con las emociones de los suyos. Buscó crear esos vídeos que corren por las redes de gente celebrando su declaración como si fuera Samaranch dando los juegos olímpicos a Barcelona. Todo milimetrado desde el primer momento, todo trazado con su mujer Begoña Gómez, que se ha prestado al juego del chantaje emocional.
Lo que realmente buscaba Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno quería crear un estado de opinión durante cinco días favorable a la ofensiva que prepara. Quiere reformar el poder judicial sin el PP, algo inaudito en democracia y buscar el modo de silenciar determinados medios. No solo los "pseudo medios", que dice él, también quiere ir a por informaciones publicadas por The Objective y El Confidencial. Estos dos medios ya han recibido notificaciones oficiales de Begoña Gómez.
La intención era tener vía libre entre sus socios y en el Gobierno de coalición para pasar a la acción. Es curioso: nadie sabía qué decisión tomaría Pedro Sánchez en el PSOE. Sin embargo, varios diarios recibieron ayer demandas de dirigentes socialistas. No hace falta ser demasiado listo para ver que aquí había ya un plan trazado.
Pedro Sánchez ha empezado ya la campaña para su reelección con una crisis que nunca lo fue. Con el argumento del fango y de la crispación "provocada por la derecha", se ha decidido a echar gasolina al fuego. Lo hará conjuntamente con su esposa, a la que quiere convertir también en un símbolo político. Es el nuevo tándem que llega: Pedro y Begoña, los garantes de la democracia.
El daño colateral que Sánchez minimiza
Hay, sin embargo, una grieta en la estrategia del líder socialista. A simple vista parece una jugada maestra -de las que en Cataluña sabemos tanto-, aunque esconde problemas que pueden ser importantes. Hay mucha gente en el PSOE que se creyó la comedia y que ahora está enfadada. Dirigentes importantes que estuvieron angustiados, que sufrieron y que ahora se sienten engañados al descubrir el farol.
Sus socios en el Congreso están directamente hartos. Más los catalanes, de campaña electoral y hasta las narices del "narcisismo" de Sánchez. Veremos qué sucede tras el 12 de mayo, pero el presidente del Gobierno ha tensado una vez más la cuerda. Se le ha descubierto el farol, se le han visto las costuras y otra vez se ha impuesto su cinismo. Y, claro, no hay que descartar que esto le pase factura en breve.
Una cosa es que ahora el PSOE -y por extensión Sumar- dependa de Pedro Sánchez. Otra es que todo su entorno permita que el monstruo se haga cada día más grande.
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