
¿Por qué la izquierda ya no habla de las 'manadas'?
Los extranjeros están involucrados en el 43% de las violaciones en grupo que se cometen en España
El feminismo y el ecologismo han sido los dos grandes pilares sobre los que la izquierda sustentó su crecimiento en las últimas décadas. En España y Cataluña, el feminismo radical ha sido la principal bandera de esa izquierda woke. Pero siempre procurando que la defensa de los derechos y la seguridad de las mujeres no rompiera los esquemas de su modelo multicultural.

Los datos oficiales que vinculan el incremento de la delincuencia a la inmigración causan mucha incomodidad en la izquierda. Esto ha hecho que la izquierda se guíe por una nueva máxima. La defensa de las mujeres no puede servir para alimentar el racismo y la extrema derecha.
Esto explica su cambio con las violaciones grupales, que han pasado de ser el símbolo de la lucha contra el machismo a un tema incómodo que conviene ocultar. Según los últimos datos del Ministerio del Interior, el 43,3% de las manadas están compuestas por extranjeros. Entre ellos, los marroquíes son los que más abundan (9,5%), seguidos de rumanos y ecuatorianos.
Las 'manadas': del ruido al silencio más absoluto
El caso de La Manada de San Fermines (2016) sirvió a la nueva izquierda para consolidar su auge basado en el feminismo radical. De hecho, aquel caso, cuya sentencia fue dictada en 2019, coincidió con el auge de Podemos hasta la vicepresidencia del Gobierno.
La Manada de Sevilla sirvió para alertar sobre el auge de la cultura de la violación, y concienciar sobre la defensa de las mujeres frente al machismo. Aquella manada ofrecía los estereotipos perfectos para acompañar el relato. El problema vino cuando las violaciones grupales empezaron a multiplicarse con los extranjeros como protagonistas.
Lo más llamativo es que mientras las violaciones grupales han crecido en los últimos años, el feminismo progre ha pasado del ruido al silencio más absoluto. El ejemplo más claro lo tenemos en Cataluña. Bajo la Consejería de Igualdad "más feminista de la historia", dirigida por Tània Verge (ERC), se han ocultado e incluso blanqueado todo tipo de agresiones.
Las manadas de Manresa y de Sabadell han sido algunos ejemplos. Aunque el caso más flagrante fue el de la agresión sexual a una menor por parte de una manada de extranjeros en el Màgic de Badalona. La consejera dijo que había que "entender" a estos menores y "protegerlos".
Feministas sí, racistas no
El mecanismo es siempre el mismo, y es que cuando un caso no cuadra con el relato oficial debe ser silenciado. La Manada de Sevilla fue un símbolo del nuevo feminismo porque ofrecía los estereotipos perfectos. Españoles jóvenes y machistas protegidos por la derecha política, mediática y judicial.
Lo mismo sucede con los casos de Dani Alves o Luis Rubiales, que además del machismo tienen el añadido del poder. Cuando los violadores son extranjeros se silencia el caso. O incluso peor, se acude a su historial para justificarlo con la vulnerabilidad.
Así pasó por ejemplo con el boliviano que violó y casi mató a una menor en Igualada. La entonces consejera Tània Verge ni mencionó el caso pese a haberse hecho eco de los de Dani Alves y Luis Rubiales. Y medios catalanes como TV3 se centraron en el historial de abusos para empatizar con el monstruo.
La realidad se acaba imponiendo al relato, y los datos del Ministerio del Interior ofrecen una problemática que se tiene que abordar. Detrás de las violaciones grupales hay muchos factores, entre los que no se puede ignorar la alta presencia de extranjeros.
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