
Las últimas encuestas evidencian que Feijóo, Sánchez y Puigdemont tienen un problema
El PP no tiene mucho más margen para esconder el hecho de que su futuro político pasa por Santiago Abascal
Si algo está claro es que Feijóo está en una posición ventajosa y por ahora juega al despiste. Por el momento, todas las encuestas le dan como claro ganador de las próximas elecciones. Ahora bien, la dinámica parlamentaria de bloques rebaja las expectativas y diluye los planes.
De entrada, a nadie se le escapa que Feijóo no se siente muy cómodo con Vox; es un líder con una carga ideológica modesta que no navega bien las disputas. En este sentido, el gran objetivo del líder popular siempre fue entenderse con el PSOE al estilo ‘gran coalición’ alemana. Pero ante la evidencia de que el sanchismo es un animal con vida propia Feijóo empezó a mirar hacia otro lado.
Entonces apareció Junts; eran aquellos meses en los que figuras como González Pons preparaban el ambiente diciendo que Junts “está en la legalidad”. Obviando ahora las tensiones internas (Alejandro Fernández, en esencia), el plan de pactar con Junts (y el PNV) tiene fisuras. Y la principal de estas fisuras es matemática, o sea, un problema: y es que no suman.

La realidad es que el PP dependerá de Vox
Si atendemos a las últimas encuestas - el último panel de Electomanía, por ejemplo - observamos que una coalición de derechas “centradas” no suma. Entre PP (149), Junts (8) y PNV (6), están muy lejos de la mayoría absoluta de 176 escaños. Es decir, ni suponiendo unas horquillas extraordinarias llegarían para formar una mayoría de investidura.
A todo esto, hay que tener en cuenta que Junts y PNV están en una senda muy mala por culpa de un error estratégico de proporciones pendientes de tasación. Este error no es otro que haberse subido al barco ‘sanchista’, que se caracteriza porque, cuando quieres, no puedes salir de él. Por un lado, Junts no sabe qué hacer con Aliança Catalana, por otro lado, el PNV depende del partido socialista vasco para mantener el poder. El caso del PNV es incluso pintoresco porque sacaron a Rajoy por corrupción y mantienen a Sánchez a pesar de ella.

Por otra parte, tenemos el plato fuerte de la derecha española: Vox. El partido de Santiago Abascal presenta un crecimiento que es tan sólido como constante; quedan así desacreditadas todas esas ideas de que con la ruptura de los gobiernos autonómicos Abascal se había pegado un tiro en el pie. Según Electomanía, Vox sube otros dos escaños y llega hasta los 53. Con estos resultados, la mayoría absoluta con el PP cae del cielo.
Volviendo a Feijóo, estos datos explican que su lugarteniente desde la época de la Xunta, Miguel Tellado, no termine de aclarar qué pretenden hacer con Vox. No se sabe a ciencia cierta si repetirán elecciones para quitarse a Abascal de encima o si esperarán una renovación dentro del PSOE. Pero el caso es que, si no hay gran coalición con el PSOE, el PP solo suma con Vox, cuyo crecimiento presiona todavía más al PP.
Puigdemont se hunde con Sánchez
Como decimos, haberse subido al barco sanchista tiene como precio que cuando Sánchez caiga todos caerán con él. Entre ellos, Puigdemont, que pasó de decir que jamás votaría a Sánchez a ser uno de sus apoyos más firmes. La trampa del PSOE estaba en poner sobre la mesa un rosario de concesiones que se irían administrando poco a poco.

Esto explica que Junts sea un partido inutilizado y con un líder que ya ha dejado de vivir de las rentas de su figura mesiánica. Su cercanía excesiva a Sánchez - además de dejarle vendido ante Sílvia Orriols - le quita casi cualquier margen de maniobra en el futuro. Y si se da el caso de que la justicia europea tumbe la amnistía, Puigdemont habrá firmado probablemente la peor estrategia de la política española contemporánea.
Al querer participar de la vida política española, Junts pensó que ese era un modo de conseguir éxitos desde dentro (en esencia, la amnistía). Lo que no vieron fue que en realidad se habían convertido en otra pieza más del engranaje político español. Este engranaje no era otro que la coalición ‘Frankenstein’, una idea de Podemos que adoptó Sánchez para sus propios intereses.
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