
Inflación disparada e impuestos por las nubes: a Sánchez se la acaban los argumentos
El Gobierno 'progresista' no puede esconder el hecho de que la desigualdad ha alcanzado niveles históricos
La inflación está borrando las ganancias que las familias españolas habían experimentado en los últimos años, lo que ha acentuado el proceso de empobrecimiento generalizado. Según un informe de ESADE, la riqueza media de las familias ha aumentado de 335.000 euros en 2016 a 380.000 euros en 2022. Sin embargo, este incremento ha quedado anulado por los efectos de la inflación. Esto ha llevado a que, en términos reales, la riqueza familiar en 2022 se situara por debajo de los niveles de 2019.
Este fenómeno de pérdida de poder adquisitivo afecta de manera desigual a los hogares españoles. El 1% más rico sigue acumulando una proporción desmesurada de la riqueza, mientras que el 50% de los hogares más pobres apenas acumulan un 7%. En este contexto, la brecha entre ricos y pobres continúa ampliándose. La desigualdad se mantiene a niveles alarmantes, con Madrid liderando el ranking de riqueza, pero también de desigualdad.

El empobrecimiento no es solo un problema de la falta de aumentos salariales. La presión fiscal también ha aumentado significativamente. Según Funcas, la carga fiscal ha alcanzado niveles históricos, lo que ha incrementado los impuestos sobre la renta y el consumo. Desde 2008, los hogares no solo ingresan menos en términos reales, sino que además soportan una carga fiscal mayor. El índice de carga fiscal ha subido de 100 en 2008 a 114,4 en 2024, mientras que la renta neta real apenas ha llegado a un índice de 95,7.
Este fenómeno, denominado "progresividad en frío", se refiere a la falta de ajuste de los tramos del IRPF a la inflación. Es decir, los contribuyentes pagan más impuestos sin ver un aumento real en sus ingresos. En paralelo, el tipo medio del IRPF ha subido del 12,7% en 2019 al 14,4% en 2024. Además, el IVA ha supuesto un sobrecoste de 438 euros para los hogares entre 2021 y 2024, lo que agrava aún más la presión sobre las economías familiares.
Y de fondo el modelo económico
Además del impacto fiscal, la estructura económica de España también contribuye al empobrecimiento. Desde la crisis de 2008, el PIB per cápita ha permanecido estancado, lo que ha dejado a España rezagada en comparación con el núcleo económico europeo. La falta de productividad y la dependencia de empleos de bajo valor añadido agravan la situación.

La pérdida de poder adquisitivo es aún más evidente en el mercado de la vivienda, donde los precios continúan creciendo a un ritmo superior al de los salarios. Las nuevas generaciones, que enfrentan altos precios en la vivienda y una capacidad de ahorro limitada, ven sus posibilidades de capitalización reducidas. Esto perpetúa las desigualdades intergeneracionales y limita las perspectivas económicas a largo plazo.
Si se mantiene el actual ritmo de crecimiento de la renta real, las familias españolas tardarán años en recuperar los niveles de poder adquisitivo de 2008. Sin reformas fiscales que ajusten los tramos del IRPF a la inflación, el empobrecimiento será un proceso acumulativo que afectará especialmente a las rentas medias y bajas. El modelo económico, en fin, demuestra que la riqueza macro puede estar perfectamente divorciada de la realidad micro.
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