
Un excandidato de la CUP se da de baja del partido tras el pacto con el PSC
La organización se encuentra en pleno proceso de redefinición de su estrategia
La CUP ha iniciado un giro pragmático para intentar ser influyente en el Govern de Salvador Illa e impedir que ERC y Comuns le roben votos. Una de las conclusiones del proceso de renovación (Procés Garbí) fue la falta de influencia en las políticas estos últimos años. Ahora, para ser influyentes, necesitan acercarse a la mayoría progresista que se ha gestado en torno al gobierno del PSC.

La nueva estrategia de la CUP se fundamenta sobre todo en la polarización ideológica del Parlament, entre izquierda y derecha. Pero el conflicto nacional sigue sobrevolando la política catalana. Por eso el giro de la CUP no ha sentado bien entre sus bases.
Las últimas declaraciones de la portavoz de la CUP en el Parlament, Laure Vega, han generado aún más polémica. Ha dejado claro que no mantienen una relación estable con el Govern, pero se han abierto a más acuerdos siempre que sea bajo sus condiciones. Esto ha creado malestar, y las primeras bajas tras este nuevo giro de la formación.
Pérdida de votos y militantes
La periodista Pilar Carracelas ha reaccionado a las declaraciones de la CUP. Ha dicho que “yo con el verdugo de mi nación no pacto ni el color de las cortinas”. Max Mansanet ha respondido anunciando su baja de militancia de la CUP, porque “ya no puedo soportarlo más”.
Màxim Mansanet, economista y profesor de instituto, fue de número cinco en las listas de Santa Eulàlia de Ronçana en las últimas elecciones municipales. Ahora rompe el carné por su disconformidad con la nueva estrategia del partido.
Es un reflejo del declive que están sufriendo las formaciones independentistas en Cataluña tras el descarrilamiento del Procés. Un crisis de credibilidad combinada con la dificultad de reorientar sus estrategias. El resultado es la pérdida masiva de votos y de militantes.
ERC fue la gran damnificada de la indignación independentista en las elecciones catalanas en mayo del año pasado. Las encuestas trasladan ahora el desgaste a Junts, que además siente el aliento de Aliança Catalana en el cogote. La CUP ve con temor un trasvase de votos a ERC y Comuns por acuerdos como el de la vivienda.
La CUP en la nueva coyuntura
El acuerdo de la vivienda ha abierto una nueva coyuntura en la política catalana, con la definición de dos bloques. La izquierda, con el Govern, ERC y Comuns, y la derecha, con Junts, PP, Vox y Aliança Catalana. La CUP se encuentra en una posición difícil, pero no tiene más remedio que dejarse arrastrar por el bloque de gobierno.
Esto acentúa las contradicciones de la formación anticapitalista, por la incomodidad que genera este PSC. Fue la propia CUP quien señaló al PSC de Illa como el más derechista y españolista de las últimas décadas. Ahora no tienen más remedio que pactar con ellos, si no quieren quedar aislados y seguir diluyéndose en la irrelevancia.
Su contribución a acuerdos como el de la vivienda pueden sujetar el flanco ideológico de la organización. Pero el acercamiento al Govern amenaza con debilitar su flanco nacional. La fuga de votos y de militantes se produce sobre todo entre los sectores más independentistas.
Los gestos de 'normalización' de Salvador Illa ponen aún más contra las cuerdas a la CUP. Polémicas como el delegado en Perpiñán y la bandera española en la Casa dels Canonges dificulta mucho el acercamiento de los indpendentistas al PSC. Aunque de momento no está siendo un impedimento, teniendo en cuenta la buena sintonía que mostraron Vega e Illa en el último pleno del parlament.
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