
PP-VOX, funambulismo e hipocresía en la política balear
Con el pacto entre PP y VOX, Marga Prohens gana tiempo y puede seguir con su política de incompetencia sonriente

Se anunció esta semana el pacto entre PP y VOX para asegurar los presupuestos 2025 del Govern Balear y garantizar la estabilidad hasta final de legislatura. De manera inmediata, la izquierda ha activado sus máximos niveles de histeria y dramatismo, llamando a combatir el avance del fascismo como si estuvieran en la Batalla de Stalingrado. Todo es una pantomima, en realidad; una farsa a mayor beneficio de todas las partes implicadas.
Para empezar, el PP de Marga Prohens gana tiempo y puede seguir con su política de incompetencia sonriente. La gente se queja de que Yolanda Díaz sonríe todo el rato sin motivo alguno, pero eso es porque no se han cruzado con la presidenta Prohens, que nació para protagonizar anuncios de dentífrico. Los verdaderos problemas de la sociedad balear, es decir, la masificación, la inmigración ilegal, la precariedad tercermundista en el sector servicios y el encarecimiento de la vivienda, no hacen más que agravarse cada día.

La cultura propia va camino de convertirse en un exotismo folklórico y la agenda woke sigue imperando a nivel institucional. Allí donde el PSOE de Armengol mostraba un tipo de incompetencia cruda, grosera, maleducada, el PP de Prohens ofrece una incompetencia de almíbar y vestiditos blancos. Pero los estragos son los mismos.
En cuanto a VOX, ningún análisis de la situación resulta ajustado si no se tiene en cuenta que, a día de hoy, no existe bajo esas siglas más que un barullo de personas enfrentadas cómicamente entre sí, en un caos de grupúsculos incomprensibles. El grupo parlamentario está partido en tres, con gente que no para de dimitir de todas partes y que, en cualquier caso, no se dirigen la palabra con el grupo municipal del Ayuntamiento de Palma.
En medio queda el grupo del Consell de Mallorca, enteramente consagrado a las meriendas, comidas y cenas, con preferencia por el arroz de pescado y los chuletones a la brasa. Lo único que agrupa a toda esta cuadrilla es un extraño fervor en contra de la cultura propia, mezcla de ignorancia y fanatismo tabernario.
Las izquierdas, por su parte, no pueden estar más felices, porque pueden volver a presentarse como héroes de la lucha antifascista, que es lo que les gusta. Ya están montando asambleas, comisiones, plataformas y coordinadoras, con vistas a poder dar ruedas de prensa cada día de la semana anunciando nuevas asambleas, comisiones, plataformas y coordinadoras. Lo divertido es que el movimiento lo tiene que encabezar el camarada Iago Negueruela, persona incapaz de decir dos palabras seguidas en catalán, cuyo paso por el Govern dejó un rastro de desolación e insomnios colombianos.

Prohens tenía que traer el orden, la buena gestión y el sentido común. En cambio, puso al frente del Ayuntamiento de Palma al indescriptible Jaime Martínez, que demasiado tiene con seguir respirando, y al frente del Consell de Mallorca a Llorenç Galmés, que demasiado tiene con no coger un catarro cada vez que sale de su despacho. El partido está lleno de arribistas de centro, nostálgicos crepusculares, jovencitos del lobby gay y señoras de mediana edad terriblemente confundidas. A nivel ideológico, el PP de Prohens presenta el aspecto de un párquing de supermercado abandonado, con sus malezas y roedores nocturnos; a nivel de gestión, queda a medio camino entre los Teletubbies y el cáncer de páncreas.
A la espera de que suba el nivel de los océanos y un tsunami nos libre de tanta penuria, seguiremos informando.
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