Un grupo de personas con ropa de abrigo camina por un sendero en un entorno natural, rodeado de vegetación y rocas.
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Museo de Caminos, un tesoro patrimonial para recuperar el pasado

Funciona a través de campos de trabajo en los que participa voluntariado joven

El proyecto Museo de Caminos: caminos que conectan a personas trata de recuperar la red de antiguos caminos del valle de Siarb, situado en la comarca catalana del Pallars Sobirà. La iniciativa, impulsada por la Asociación País de Terra Roia, es una de las ganadoras de la 8.ª edición de los Premios Fundación ”la Caixa” a la Innovación Social.

El proyecto apuesta por la cohesión social creando un vínculo con las personas del territorio mediante la organización de campos de trabajo en los que participa principalmente gente joven. La participación voluntaria es, sin duda, el pilar del Museo de Caminos, ya que esta iniciativa colaborativa se sustenta gracias a la implicación de muchas personas: desde jóvenes de entidades de tiempo libre de Cataluña o del resto de España y voluntarios internacionales, hasta personas mayores o padrins y padrines que, con su testimonio, mantienen vivo ese traspaso de memoria oral sobre cómo era la vida en el valle de Siarb.

La conexión entre generaciones es el resultado innovador de esta iniciativa, que pretende «vertebrar en el territorio un proyecto en el que jóvenes y personas mayores se conozcan y compartan experiencias para recuperar todos los caminos históricos que hay en la zona», cuenta Gemma Cots, presidenta de la Associación País de Terra Roia.

Una mujer con gafas y cabello castaño recogido, vestida con una sudadera naranja, está al aire libre con un fondo desenfocado.

Gemma Cots: «Es una forma de homenajear las vidas de esa gente que se quedó en el territorio trabajando y cuidando de las tierras, los caminos y los bosques para que ahora nosotros podamos visitarlos y conocerlos».

Proteger la memoria oral del valle de Siarb

Uno de los puntos clave del proyecto es la atención a las personas mayores que continúan viviendo en el valle de Siarb, con el objetivo de dignificar y dar importancia a sus historias: «Es una forma de homenajear las vidas de esa gente que se quedó en el territorio trabajando y cuidando de las tierras, los caminos y los bosques para que ahora nosotros podamos visitarlos y conocerlos», explica Cots. Esta implicación de las personas mayores, que adquiere un papel protagonista para rememorar y dar valor a su experiencia vital, también repercute en su empoderamiento como colectivo y en su bienestar psicosocial.

Un grupo de personas caminando en una zona montañosa con niebla.

Pilar Grau, nacida en el pueblo de Vilamur en 1952, recalca la importancia de la labor de conservación de los senderos que realiza el Museo de Caminos: «Quizás pienses que los caminos no son importantes, pero para generaciones posteriores es una manera de conocer la vida de antes en todos sus aspectos. Y si no se explican se acaban perdiendo».

Uno de esos aspectos esenciales de la vida en el Pallars Sobirà era sin duda el llamado fer comú: «La gente hacía trabajos, como decíamos, “de común”: desde arreglar un camino hasta reconstruir la pared de un huerto. Todo el mundo ayudaba». Este testimonio de Pilar Grau da muchas pistas sobre la vida comunal del valle de Siarb, en la que todos los habitantes asumían como propia esa labor necesaria de mantenimiento de las estructuras y las vías de acceso para la convivencia en el valle. «Se trata de conocer, a través de estos caminos, cuál es el pasado que ya no existe», añade Cots.

Promover la conexión intergeneracional

Una mujer mayor con cabello canoso y expresión seria, vestida con una blusa de estampado animal, en un entorno interior con paredes de color naranja.

La Associación País de Terra Roia se puso en marcha en 2020 y, desde entonces, un total de 1.385 personas han participado en las diferentes actividades del Museo de Caminos: formaciones, campos de trabajo e incluso estancias de investigación gracias a acuerdos con universidades. Francia, Alemania y República Checa son algunas de las procedencias de los voluntarios internacionales que, junto con los jóvenes de otras zonas de Cataluña o del resto de España, fomentan la cohesión social en el territorio mientras recuperan los caminos. «Normalmente son jóvenes de zonas urbanas, y a medida que pasan los días aparece la curiosidad y empiezan a hacer preguntas: “¿Desde cuándo existen estos caminos? ¿Quién los hizo? ¿Cómo y para qué se utilizaban? ¿Quién caminaba por estos senderos?”», explica Cots.

Aina Ribé: «Recuperar un camino con nuestras propias manos, volver a hacerlo transitable, rehacer todo el recorrido y acabarlo fue muy gratificante».
Aina Ribé, monitora del AEIG Perot Guinarda (Agrupament Escolta i Guia Perot Guinarda) de Barcelona, es una de las 950 personas voluntarias que han pasado por los campos de trabajo del Museo de Caminos: «El aprendizaje principal fue ver cómo pudimos con nuestras propias manos recuperar un camino que estaba en desuso y por el que no se podía pasar. Volver a hacerlo transitable, rehacer todo el recorrido y acabarlo fue muy gratificante».

Durante estas estancias —que tienen lugar de abril a octubre—, los equipos de trabajo entran en contacto con las tareas manuales y las labores del campo. Desbrozar, podar, cavar o construir muros a través de la técnica de piedra seca se convierte en su rutina diaria durante varias semanas. «Con la técnica de la piedra seca solo utilizas los materiales disponibles en el territorio, como piedras de varios tamaños y tierra. Y con estos elementos se construyen muros o empedrados». Gemma Cots explica la importancia de mantener esta técnica ancestral en la reconstrucción de los caminos: «Te permite utilizar los recursos que te da la naturaleza sin necesidad de añadir nada nuevo. Además, es patrimonio de la humanidad desde 2018 y creemos que es importante difundirla y darla a conocer».

Un futuro con valores propios

Como resultado de este encuentro intergeneracional y de las tareas realizadas para cubrir las diferentes necesidades del proyecto, Gemma Cots detalla los tres valores que engloban la razón de ser de esta iniciativa: «Conservación, participación de todos y todas en la construcción y recuperación de este museo, y descubrimiento, porque queremos que la gente conozca todo el patrimonio cultural y natural que hay en el valle».

Para Cots, ser uno de los proyectos ganadores de los Premios Fundación ”la Caixa” a la Innovación Social ha sido un golpe de efecto que les da impulso y los anima a continuar y a afianzar la labor iniciada en el Museo de Caminos durante los últimos años. «Vemos que es una propuesta original, que gusta y que es innovadora porque abarca diversos tipos de público y cubre las necesidades locales», sostiene. «En pocos años ha crecido mucho y ahora mismo queremos consolidar la labor que hacemos. Sin embargo, no descartamos en un futuro ampliar y mirar hacia otras zonas que se interesen por la recuperación y revitalización de los caminos, y poder llevar a cabo más actuaciones en el territorio».

Un grupo de personas con ropa de abrigo explora una estructura de piedra en un día nublado.
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