Fíjate bien en la leña que tienes en casa: si le ocurre esto no la uses en tu chimenea
La leña tiene fecha de caducidad y seguro que no lo sabías
La leña ha sido un combustible utilizado por el hombre desde tiempos antiguos. Aunque en la actualidad existen múltiples opciones para calefacción, muchos siguen eligiendo la leña por su bajo costo y accesibilidad. Sin embargo, para aprovechar al máximo sus beneficios, es esencial conocer su tipo y cómo almacenarla correctamente.
Para Klaus Egly, presidente de la Asociación Federal de Comercio de Leña en Alemania, lo más importante no es el tipo de madera, sino el nivel de sequedad. Si la leña tiene menos del 25% de humedad residual, es adecuada para calefacción. Los expertos aseguran que los valores caloríficos de las diferentes maderas apenas varían, por lo que lo crucial es la sequedad para una combustión eficiente.
Maderas duras como el roble, la encina o el olivo son las más recomendadas, ya que arden lentamente, proporcionando calor durante más tiempo. Sin embargo, las maderas blandas, como el álamo, se queman más rápido y requieren ser repuestas con mayor frecuencia.
La humedad en la leña es un factor clave
La humedad en la madera influye directamente en su eficiencia. La leña recién cortada puede tener hasta un 60% de humedad, lo que dificulta la combustión y reduce su poder calorífico. Por ello, se recomienda que la leña esté lo más seca posible, con una humedad inferior al 20%. Cuanto más húmeda sea la madera, más energía se destina a evaporar el agua contenida en ella, en lugar de generar calor.
Además, el uso de leña húmeda aumenta la emisión de hollín y partículas finas, lo que no solo reduce la eficiencia de la calefacción, sino que también incrementa las emisiones contaminantes.
Qué debes hacer con tu leña
El almacenamiento de la leña es fundamental para asegurar su máxima eficiencia. La leña debe guardarse en un lugar bien ventilado, idealmente con luz solar directa. El mejor momento para almacenar la leña es durante los meses más cálidos, antes del inicio del invierno. De esta forma, se asegura que se seque adecuadamente antes de su uso.
Es importante evitar colocar la leña directamente sobre el suelo, ya que el contacto con la tierra puede hacer que conserve humedad y atraiga insectos. Lo ideal es utilizar un leñero que eleve la leña unos centímetros del suelo. Además, es recomendable apilar la leña de forma que los troncos más grandes estén en la base, lo que garantiza mayor estabilidad en la pila.
La leña debe almacenarse durante al menos un año para alcanzar el nivel adecuado de sequedad. Sin embargo, no es recomendable guardarla por más de cinco años. Esto es especialmente importante en el caso de maderas como el abeto, cuya vida útil en almacenamiento es de aproximadamente un año. Por el contrario, maderas como el roble o los árboles frutales pueden almacenarse hasta dos años sin perder calidad.
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